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FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

FILOIDEAS

Archivos de etiqueta: hijos

EL AMOR ES CONTAGIOSO

20 Martes Mar 2018

Posted by cindyisrael in Vivencias

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amor, aniversario, blog, experiencia, familia, hijos, ideas, Internet, opinión, pareja, sueños, vida

Veinticinco años se dicen más rápido de lo que se viven. Aunque a veces me da la sensación de que no fue hace tanto. Sobre todo cuando mi marido y yo estamos solos y nos miramos sintiéndonos como si aún estuviéramos de novios. Dentro de más o menos una semana cumpliremos nuestras bodas de plata, tanto y tan poco (según cómo se mire).

Comenzamos nuestra familia de a dos y hoy somos cuatro, una gata y varios peces. Ahora cada vez vamos teniendo más espacios de soledad, volviendo a ser dos. Más que necesitar una adaptación es como un re-aprendizaje. Y qué lindo está siendo ese camino. Con cuánta paz estamos aprendiendo a afrontar cosas que antes nos preocupaban.

En un mundo cada vez más inundado de odio, qué bueno es encontrar en nuestro hogar un refugio de amor; donde el desprecio, la humillación, la maldad, la miseria humana y el maltrato no existen. Y qué impotencia genera a veces no poder trasladar la paz que trasmite ese amor a otros que no lo están pudiendo tener.

A veces me gustaría tener poder de convicción (ese súper héroe no existe, que flojos han estado los creadores de estos personajes). Si pudiera trasladar mi experiencia, explicar cuánto mejor se vive con amor que con odio o resentimiento, lo maravilloso que es encontrarle lo positivo a quienes nos rodean en vez de buscar en qué podemos criticarlos…

Quienes buscan la felicidad no entienden, que la felicidad no se encuentra, se genera. Son esos momentos en los que somos capaces de disfrutar hasta de las nimiedades. Cuando valoramos la existencia de aquellas cosas o seres que normalmente no percibimos. Qué lindo es tener aún la capacidad de asombrarse por la forma de algunas flores, por colores que encontramos en la naturaleza o por un pequeño gesto que nos había pasado desapercibido.

Si somos capaces de trasladar esa capacidad de asombro y de maravillarse a nuestro hogar, con nuestros hijos, con nuestra pareja, el amor se renueva cada día. Y estoy convencida que el amor es contagioso. Si somos capaces de amar a quienes tenemos más próximos, podremos amar a otros. Y quienes son amados aprenden a amar.

Me hago cargo que soy la reina de las utopías, no es la primera vez que transcribo una en el blog. Pero si en vez de hacer virales noticias superfluas o llenas de dolor pudiéramos hacer viral el amor, otro gallo cantaría.

Mientras me conduelo con el dolor que se vive en el mundo con distintos temas, me concentro en el amor que vivo en mi casa y trato de trasmitirlo, en un festejo anticipado, brindando con agua para llegar entera a tan especial fecha la semana que viene. Brindo de paso con ustedes, para que me ayuden a contagiar el amor a todos ¡Salut!

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-Foto tomada por mi hijo menor en el Rosedal de Buenos Aires

durante nuestra visita en el año 2013-

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HUIDA

26 Jueves Oct 2017

Posted by cindyisrael in Cuentos de LA Ventana

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autopista, desalojo, escuela, familia, hijos, historia, huida, museo, vecinos, ventana, villa miseria, vuelo

Cuando mis tres hijos que estaban fuertemente abrazados a mí y yo que los rodeaba con mis brazos de tal forma que parecían haberse multiplicado salimos volando por la ventana rumbo a horizontes desconocidos, no tuvimos miedo. Ni siquiera sentimos sorpresa. Todo ocurrió de una manera tan natural, que tuvimos la sensación de que no podría haber ocurrido de otra manera.

     El día en que los representantes de la municipalidad de la ciudad vinieron a avisarnos que deberíamos desalojar la villa porque allí se construiría una bajada de la autopista, fue muy duro para todos. Cada uno reaccionó de una manera diferente. Algunos se enojaron con esos hombres, querían golpearlos. Se llenaron de ira, de odio, de desesperación. Yo no. Había que buscar una solución, no tenía tiempo para odiar. Fue peor aún, cuando con total falta de empatía, esta gente dijo que debíamos estar agradecidos porque nos avisaban con tres meses de anticipación y que además les darían trabajo en la construcción a quienes estuvieran en condiciones físicas para una labor dura. Es decir, nuestros hombres trabajarían en lo que ocasionaba el desalojo de sus familias y de ellos mismos.

     Aquel día no pude dejar de pensar, todo me daba vueltas en la cabeza, mis hijos me hacían preguntas para las que no tenía respuestas y mi marido no dejaba de dar vueltas de un lado al otro gritando e insultando al intendente y su séquito. Casi no probamos bocado, ninguno de los cinco, estábamos demasiado preocupados y angustiados como para poder comer. En la cama no dejaba de pensar, todos nos mantuvimos en vela. Fui a ver  mis hijos y dos de ellos tenían lágrimas en los ojos. El tercero me preguntó: -¿Qué vamos a hacer ahora, mamá?- sólo pude abrazarlo.

     A pesar de todo la vida sigue y mis hijos debían ir a la escuela. No era cerca, estaba como a cincuenta cuadras de casa, pero no había otra más próxima y yo no quería que ellos dejaran de aprender. Por falta de dinero íbamos caminando. A pesar de ello, jamás llegaron tarde, salvo ese día. Con los ojos húmedos y la voz avergonzada, los disculpé con sus maestras y las puse al tanto de la situación. Ellas siempre nos pusieron de ejemplo y me dijeron que si había alguien que no tenía nada por lo cual avergonzarse era yo. Les expliqué que nuestro retraso se debió a que vine todo el camino mirando hacia todos lados, por si acaso veía alguna oportunidad o solución. Les pedí que nos avisaran si se enteraban de algo. Me prometieron que así sería.

     Volví a casa por un camino diferente, no había llegado ni a la mitad cuando la vi. No entendía cómo no se me había ocurrido antes. Cuando era un museo y necesitaba hacer tiempo, había entrado muchas veces allí. Me encantaba ver esa historia tan remota que a través de los objetos parecía revivir. Sentí mucha pena cuando cerraron sus puertas porque decidieron trasladarse a un lugar más céntrico. Desde entonces, esa vieja casona había estado abandonada y en ruinas. Era ideal, tenía muchas habitaciones muy amplias. Corrí a casa para contarles a los vecinos y nos faltaron las manos para empezar la mudanza. En un día ya estábamos instalados.

     Entre todos la limpiamos y arreglamos los desperfectos con lo que teníamos y encontrábamos a mano. Estaba feliz de poder darles la buena noticia a mis hijos cuando fui a buscarlos al colegio. Ese día estábamos tan ocupados que no tuvimos tiempo de caer en la cuenta de que era una solución provisoria, que necesitábamos un lugar fijo, nuestro, del que nadie pudiera movernos. Reaccionamos a ésto cuando llegó el momento de descansar, cuando empezaron a fallarnos las fuerzas y empezó a decaer nuestro ánimo.

     Ante la adversidad, cada uno reacciona como puede. La mayoría tratamos de buscar la manera de pensar lo menos posible, de huir de nuestra propia mente que nos acosa con preocupaciones. Unos lo hacen drogándose, otros mediante el alcohol, hay quien se va de fiesta hasta bien tarde y quien elige dormir lo más posible. Yo me acerqué a la ventana de la maceta florida, no miraba al patio, al aljibe, a la calle, a la reja de entrada ni a la gente que pasaba frente a la puerta. Nadie lo entendía, yo miraba más allá, a esos parajes que siempre soñé conocer y nunca tuve la posibilidad. El día que mis hijos llenos de angustia vinieron a abrazarme para decirme que unos representantes de la municipalidad nos dijeron que debíamos dejar la casa porque iban a construir un Centro Cultural para el barrio allí; los miré, sonreí y huimos.

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TODO TIENE UN FINAL, TODO TERMINA

26 Lunes Jun 2017

Posted by cindyisrael in Vivencias

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abuelos, aprendizaje, blog, cierre, comienzo, etapa, etapas, experiencia, familia, hijos, ideas, madurez, nietos, opinión, sabiduría, sueños, vida

Todo concluye al fin,

nada puede escapar…

Todo tiene un final, 

todo termina…

Presente de Vox Dei.

    Y sí, en esta vida nada es eterno. Vivimos entre etapas que se cierran y otras que comienzan. Hablando de esto con mi marido el otro día, me comentaba que cuando una etapa termina, da la sensación de que se acaba todo, como que después no hay más nada. Y es cierto. Es una sensación como de vacío, de encontrarse frente a un abismo. En ese momento estamos frente a dos opciones, o nos dejamos caer o aprendemos a volar. Y es que en realidad, aunque lo parezca, no hay tal vacío, no hay abismo. Hay un camino nuevo, diferente, que tendremos que enfrentar, conocer y empezar a transitar. Da miedo, todo lo nuevo da miedo. Aunque lo vivamos como una aventura; lo desconocido, no saber qué vendrá ni cómo, asusta. 

     Que los que estén terminando una etapa sean nuestros hijos, nos duplica todas las sensaciones. Por su futuro, y porque cada etapa que ellos cierran es otra que cerramos nosotros, marcándonos además el paso del tiempo. Y es que “nosotros los de ayer, ya no somos los mismos“. Nos vemos en la situación de querer ser los padres que ellos necesitan en ese momento y en el que viene, queremos darles nuestro apoyo, nuestro aliento, mientras tratamos de adaptarnos a lo nuevo. Y junto con eso, nuestros cambios físicos, hormonales, nuestro mirar diferente que viene de la mano de la madurez. Porque algunas de esas etapas que nuestros hijos cierran, llegan junto con cambios que nos trastornan, sobre todo a las mujeres. Y es difícil, pero no imposible, enfrentarlo todo.

Mi hijo menor terminó hace poco su escolarización. Ya no tengo más hijos en edad escolar. Ahora dejará el nido para empezar un nuevo proyecto en su vida, vendrá a casa cada dos semanas y el nido se va sintiendo vacío cada vez más vertiginosamente. Una persona a la que quiero mucho, me dijo hace unos días: “ahora empieza otra etapa, la de estar solos tu marido y vos. Aprovechen esa independencia, disfrútenla, luego vendrán los nietos y ya no habrá más independencia otra vez”. Y no es que ella vea los nietos como un estorbo, en absoluto, los ama muchísimo. Simplemente, es otra etapa de la vida. Y siempre pensé eso mismo. No es que una etapa sea mejor que otra, todas deben ser disfrutadas.

El problema es que cuando al fin nos adaptamos del todo a la etapa transitada, cuando ya nos sentimos totalmente cómodos y felices en ella, se termina y empieza una nueva. Y el proceso debe volver a empezar. Ya lo dijo el Eclesiastés: 

Sale el sol y se pone el sol,
y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
 El viento sopla hacia el sur,
luego gira hacia el norte; y girando sin cesar,
de nuevo vuelve el viento a sus giros.
 Todos los ríos van al mar,
pero el mar no se llena.
Al lugar de donde los ríos vinieron,
allí vuelven para correr de nuevo.

Y es que las etapas son como todo en la vida, como las olas, van y vienen. Unas se rompen contra las rocas y se retiran, mientras otras nuevas olas van llegando. Algunas son parecidas, pero cada ola es distinta a la anterior. Por eso no podemos vivir todo de la misma manera, o no deberíamos. Que cada nuevo ciclo tenga algo distinto al que pasó nos enriquece emocional y espiritualmente. Si sabemos aprovechar cada momento, con cada etapa, iremos adquiriendo un poco más de sabiduría. Por eso a mí no me gusta hablar de vejez, si no de madurez. Porque la fruta madura se cae, pero nosotros no. Aunque nuestro cuerpo nos de señales claras de que esa madurez va dejando en nosotros huellas y marcas. Porque siempre podemos ser un poco más sabios, siempre habrá algo nuevo que aprender. Quienes ya son abuelos, aprenden muchísimo de sus nietos. Y es un ida y vuelta, un yo te enseño y de vos aprendo. Y a los padres también nos pasa, y si encima hemos emigrado a un país con un idioma distinto al nuestro, es aún más claro todo lo que aprendemos de ellos.

Yo estoy en ese momento ahora, en el de transición entre etapas. Dispuesta a enfrentar lo que venga con optimismo e incertidumbre a la vez. Mis hijos ya despliegan sus alas, y nosotros también, de otro modo. Unas alas un poco más pesadas y cansadas que las de ellos, pero que aún cumplen su función. Porque seguimos teniendo proyectos e ideas y los sueños, queridos lectores, son la mejor poción de rejuvenecimiento. Así que, acá mi propuesta para ustedes y para mí: ante cada nueva etapa, renovemos los sueños.

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EL TERROR SE NATURALIZA

03 Domingo Jul 2016

Posted by cindyisrael in Notas

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gobierno, hijos, justicia, justificación, mundo, periodismo, periodistas, terror, terrorismo, terroristas, valores, víctimas, venganza, verdad

Si colocamos en el buscador de Google las palabras ATAQUE TERRORISTA, encontraremos cerca de 845.000 resultados. Por supuesto, muchos son sobre la misma noticia, es justo aclararlo, el número no se corresponde a la cantidad de ataques perpetrados. Sin embargo, quien se ocupe de estar al día de estas noticias, se encontrara que todos los días hay un ataque nuevo, a distintas horas, porque los terroristas no descansan. Se está volviendo algo cotidiano despertarse con las noticias de ataques perpetrados sobre todo en Asia y Europa. 

Los ataques terroristas se están volviendo algo natural, y aunque casi todos nos espantemos con los resultados, sigue habiendo gente que los justifica. Eso y ser cómplice es lo mismo, es aceptar y dar lugar a lo inaceptable, considerar como lógico y natural la maldad. El silencio cómplice de los medios de comunicación, que seleccionan sobre cuáles ataques hablar y cuáles no, que a veces ponen como víctima al victimario, también implica complicidad, además de generar confusión y la confusión es una base propicia para estas barbaridades.

Aún hay gente que condena, pero ya van menguando. El desaliento al ver la falta de resultados de condolerse y protestar, hace que poco a poco haya cada vez más gente que baje los brazos. También ya hay quien al verlo como algo diario, empieza a acostumbrarse, es parte de la vida, es doloroso, pero qué le vamos a hacer. Callar, darse por vencido, es darle el triunfo a seres a quienes el término humanos les queda grande.

Es cierto, es responsabilidad de los gobiernos terminar con esta plaga del siglo XXI. Pero es nuestra responsabilidad reclamar que lo hagan, es nuestra responsabilidad no aceptar la naturalidad del horror, es nuestra responsabilidad votar a quien se comprometa y tenga una ideología clara en contra del terrorismo, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos a no odiar, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos que la justicia es deseable y perseguible y que justicia y venganza no son sinónimos, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos a construir y no a destruir, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos que las diferencias enriquecen, es nuestra responsabilidad predicar a nuestros hijos con el ejemplo, es nuestra responsabilidad vigilar que en los centros educativos no vayan en contra de nuestros valores, es nuestra responsabilidad tener buenos valores, es nuestra responsabilidad amar pese a todo el dolor que nos rodea. Seamos responsables.

NEGED TERRORISMO.-

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OTRO MÁS Y VAN… ¡¡¡17!!!

15 Viernes Abr 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

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amar, amor, apoyo, aprendizaje, Argentina, ayuda, Buenos Aires, comprensión, cumpleaños, felicidad, hijo, hijos, Israel, mudanza, océano, orgullo

Impresionante, increíble, maravilloso, mi hijo menor cumple hoy 17 años ¡¡¡17 AÑOS!!! ¡¡¡EL MENOR!!! El menor cumple 17 años, el más chico, el bebé…

Bueno… Para ser sinceros, el bebé es el más alto de la familia y tiene barba. Cuando yo era adolescente, había una canción de Celeste Carballo que estaba de moda y decía… “miro para atrás y me parece un cuento, nunca imaginé llegar a este momento…”. Claro, ella se refería a vivir de sus canciones. Pues yo lo aplico a lo que me atañe ahora. Para ser justos, imaginar, sí imaginé. Que imaginación no es precisamente lo que me falta. Si aún no estaba ni embarazada y ya me imaginaba a mis hijos durante cada etapa de su vida, hasta siendo abuelos incluso. Pero una cosa es la fantasía y otra la realidad, sobre todo cuando es mejor que todo lo que pueda haber imaginado para ellos.

Soy una madre feliz, orgullosa. Hemos pasado muchas cosas juntos, hasta cruzamos el océano. Nos mudamos de continente, de país, de ciudad, de casa varias veces. Hemos superado juntos grandes cambios y preocupaciones, compartimos juntos logros y alegrías y aprendimos mutuamente el uno del otro.

Cuando era chico, mi cuñada lo llamaba “el niño sabio de Nahariya”. Y es que mi retoño siempre fue una esponja. Escuchar, ver, leer, era y es sinónimo de aprender para él. Causa admiración la facilidad que tiene para el aprendizaje. Pero más me admira y me enorgullece su enorme y hermoso corazón.

No sé si he sido la madre que él necesitaba que fuera. Pero sólo sé que siempre traté de comprenderlo (aunque alguna vez él pudiera creer que no era así), de apoyarlo, de sostenerlo, de guiarlo, pero sobre todo de mostrarle todo mi amor.

Mi hijo, mi peque, ya es un adolescente grande, maduro, que cada día va adquiriendo más sensatez. No sé qué le esperará en el día de mañana. Sólo sé que si proyecto en el futuro hombre al adolescente de hoy, sólo me cabe una gran esperanza de que será un hombre maravilloso, que podrá conseguir todo lo que se proponga. Y si alguna vez necesita un empujoncito, ahí estaré yo, para alentarlo y ayudarlo en lo que pueda y me deje.

Mi bebé hace rato que dejó de serlo y hoy, que no sé si ya lo dije; pero cumple 17 años, quiero que todos sepan, que me siento feliz de poder compartir este día estando los cuatro juntos, que amo a cada uno de mis hombres y que cada uno de ellos es una parte de lo mejor que me ha pasado en la vida. Los amo.

DANI Y YO.-

-Dani de bebé conmigo en la casa en que vivíamos en Carapachay, Buenos Aires, Argentina. © Todos los derechos reservados.-

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VIVIR EN ISRAEL

23 Domingo Ago 2015

Posted by cindyisrael in Vivencias

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amar, AMIA, amor, antisemitismo, aprendizaje, Argentina, camino, crecer, discriminación, dolor, drama, emigración, familia, Gaza, guerra, Hamás, hijos, historia, Israel, misiles, seguridad, terrorismo, terroristas, vida

A raíz de algo que pasó ayer, recordé otro suceso que aconteció hace poco más de un año, en la última guerra entre Hamás e Israel. Algunas mujeres, juzgaron a quienes elegimos venir con nuestros hijos a vivir a Israel como si eso nos transformara en las peores madres del mundo. Y me quedó ese recuerdo dando vueltas en la cabeza. No porque les de la razón o me sienta culpable, en absoluto. Estoy convencida de que habernos venido a vivir acá fue una de las mejores decisiones que mi marido y yo hemos tomado como matrimonio. Realizar semejante juicio es cerrar los ojos a la realidad que nos circunda.

Lo que me quedé pensando es en esas personas, si creerán que donde están viviendo es más seguro por no lloverles misiles. Argentina, junto con Australia, son los lugares del mundo más al sur en el mapa, más abajo, sólo la Antártida. Sin embargo hasta allí, hace poco más de 20 años, también llegó el terrorismo. Y no le pasó sólo a los judíos, porque entre los muertos había gente que sólo pasaba por la vereda. Y si hubiera sido sólo a los judíos qué, ¿debo dejar de pertenecer al pueblo hebreo nada más que para no ofender a unos cuántos? El terrorismo se sigue expandiendo a pasos agigantados, hace rato que ya llegó a Europa y el mundo poco a poco va abriendo los ojos. Demasiado lento y tarde para mi gusto, pero lo hace. Ya no hay lugar del mundo seguro. Muchos lo vimos venir y lo venimos anunciando desde hace algunos años. Pero Europa es lenta, como la tortuga sobre la que antaño creían que se sostenía el mundo.

La verdad es que nadie tiene la vida comprada y que nadie se va antes de su tiempo. Hace poco vi en la televisión un video de un accidente. Un auto perdió el control y se metió en un bar justo por la esquina donde había una mesita a la que había un hombre sentado. Lo podría haber hecho añicos. Sin embargo el hombre se levantó entero, asombrado, mirando sin entender lo que acababa de pasar, sin el más mínimo rasguño. Cuando fue la guerra del 2006, como conté en otras ocasiones, fui parte del 75% de la población de Nahariya que se refugió en ciudades más seguras. A los cinco minutos de haber pasado nosotros por cierta esquina, cayó ahí un misil. ¿Por qué no cayó cinco minutos después o nosotros no pasamos cinco minutos antes? Porque no había llegado nuestra hora. Historias de ese tipo hay muchas, durante la guerra; en accidentes aéreos, donde hay gente que se salvó por retrasarse y perder el avión; en las torres gemelas, con gente que ese día no fue a trabajar…

Una de las cosas que aprendí viviendo en Israel, es a no apresurarme al juzgar a otros. Muchas veces me pregunté cómo podía alguien vivir en tal o cual lugar o casarse con tal o cual persona. Sin embargo, no juzgo. Cuando no entiendo algo, pregunto. Voy a quien lo está viviendo en vivo y en directo. Indago, investigo. Es muy fácil caer en el facilismo del juicio, lleva menos tiempo y trabajo, aunque lastima más a otros y a la corta o a la larga, a uno mismo. Israel es mucho más que un país en guerra, es mi lugar en el mundo, donde he logrado cosas en doce años de vivir aquí que no he conseguido en treinta y cinco de vivir en mi país de origen. Amo a este país que me abrió las puertas y los brazos, que me dio la posibilidad de que mis hijos pudieran crecer y desarrollarse sin faltarles nada, que nos cuida, que avanza y cuya gente es franca y sin doblez. No es perfecto, nadie lo es, tiene defectos que a veces nos hace protestar y quejarnos. Pero así como hago con quienes me rodean, prefiero apoyarme en lo positivo y disfrutar tratando de dar lo mejor de mí cada día porque eso me hace feliz. Y es lo que deseo para mis lectores, una larga vida llena de felicidad.

CORAZÓN ISRAELÍ.-

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MOMENTO DE DECISIÓN

22 Lunes Jun 2015

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

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amar, amigos, amor, camino, decisión, dolor, hija, hijo, hijos, irse, madre, mamá, país, pertir, viajar, viaje

 Cuando recuerdo nuestro último encuentro me entra un temblor por todo el cuerpo. Yo lo conocía de todas formas y colores y estaba convencida de que no había nada nuevo que pudiera mostrarme. Sin embargo esa vez me sorprendió, desde que lo vi de lejos, llegando tarde como de costumbre, supe que no era el de siempre. Su forma de sentarse y mirarme era distinta también. Antes de que empezara a hablar noté que algo no andaba bien. Fue lanzando cada una de sus palabras de a poco y a medida que lo hacía sentía que el piso se movía y todo parecía ablandarse hasta desaparecer a mí alrededor. De pronto me volví sorda, no podía ni quería seguir escuchando. Estaba convencida de la razón de su discurso y no tenía dudas de que esa era la mejor solución. Prorrumpí a llorar amargamente, el pecho comenzó a sentirse vacío y la gente que nos rodeaba se me antojaba culpable del motivo de mi dolor. El café que nos tomamos parecía infinito, creí que sería incapaz de llegar al final y sin embargo lo hice, aunque como media hora después de su abrazo y de su ida. Nunca antes me había abrazado con tanta fuerza, y él también lloró…

    -¿Y si te venís vos también, ma?- Aún resuena en mi oído su pregunta. Irme…, dejar atrás todo…, los recuerdos, mis otros dos hijos, mis nietos, vender el negocio, la casa… Dejarlo ir…, irme… Me sentía entre la espada y la pared, mi nene, el más pequeño, dejarlo ir… Me sentía una traidora, pero irme era traicionar a los mayores, a mis nietos, mis aromas, mis sabores, mi idioma…

    La charla con mi segundo hijo hizo que volvieran los mismos sentimientos que la otra vez, y también desmembrada. Poco a poco me iban partiendo en pedazos. Tres de mis nietos, mi hijo del medio y un país diferente al de su hermano. El mismo planteo y el mismo dolor…

    Cuando la mayor vino con la noticia, creí que se me iba el alma, la vida. De pronto sentí que no había lugar en el mundo para mí y a la vez tenía cuatro lugares que eran míos, tan míos como de nadie más. Ya estaba convencida que no me quedaba dolor por sufrir…

    Llega un momento en la vida en que la necesidad de tomar decisiones nos acorrala. Quizá fuera la hora de partir también para mí, pero adónde… Finalmente hice las valijas sin mirar atrás, buscando un país neutral cerca de todos y lejos del mío, tan lejos…

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INEVITABLE

03 Domingo May 2015

Posted by cindyisrael in Vivencias

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cordón, cortar, crecer, hijos, madurar, nido, nido vacío, pichones, polluelos, soltar, volar

Cuando las mujeres quedamos embarazadas, es normal que la mayoría imaginemos a nuestros hijos: cómo serán, qué vida tendrán, a qué se dedicarán y hasta qué familia formarán. Desde el momento en que nos sabemos portadoras de una vida, sabemos que no estará a nuestro lado para siempre, que llegará el día en que deberán saltar del nido y desplegar las alas. También, que nosotras deberemos ayudarlos a saltar, empujarlos un poquito, es ley de vida, todos dejamos el nido alguna vez.

Cuando al fin tenemos a nuestros retoños en nuestros brazos y los vamos viendo crecer, sabemos que no estarán así con nosotras para siempre, pero vemos tan lejano el día en que al fin despeguen y hagan su vida fuera del nido…

Pero todo llega, nuestros pichones crecen, se forman, se hacen cada vez más autónomos y nosotras vemos acercarse el día con algo de temor. Los vemos hechos unos hombres, sensatos, maduros, claros, coherentes y sin embargo… Y sin embargo no podemos dejar de sentir algo de temor, de preguntarnos cómo resolverán esto o aquello cuando se les presente, si se acordarán que pueden pedirnos consejo cuando se sientan desconcertados y les cueste tomar una decisión. Si podrán acordarse que no importa cuan grandes estén, nosotras siempre estaremos ahí para ellos. Porque de alguna manera, aunque estamos muy orgullosas de ellos, no podemos dejar de sentir, por muy adultos que sean, que son nuestros pichones, nuestros pimpollos, nuestros principitos.

Mi hijo mayor, muy pronto volará del nido, antes incluso de lo que esperaba, y siento que el pecho se me va a salir del cuerpo, un desgarro en el corazón enorme y un orgullo tan grande que es indescriptible. Tengo una mezcla de sensaciones y emociones muy fuertes y diferentes. Siento que deberé cortar el cordón por segunda vez. 

A veces, pienso que me encantaría tenerlo siempre bajo mis alas, pero sé que no es posible ni sano y que todo lo que viene por delante es bueno para él. Pero la lógica y las emociones, no siempre van de la mano. Me siento feliz por este gran salto que va a dar en su vida y porque sé que es en el momento indicado. Pero también tengo temores, naturales, de mamá que ve alejarse al polluelo y se pregunta si podrá sin ella. Y no es que no sepa que él tiene la inteligencia y las herramientas necesarias para desenvolverse, en el fondo sé que ya no le soy necesaria…

Siempre me costó menos expresarme por escrito que hablando, logro explicarme mejor, pero creo que esta vez no lo consigo. Siento que las palabras se agolpan, todas quieren salir y expresarse, chocan entre ellas, se atoran y no logro describir mis sentimientos como me gustaría.

Poco a poco el nido se va vaciando… ¿Y ahora?

El pichón que ya está por saltar del nido, hace ya más de 20 años...

El pichón que ya está por saltar del nido, hace ya más de 20 años…

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