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FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

FILOIDEAS

Archivos de etiqueta: vecinos

HUIDA

26 jueves Oct 2017

Posted by cindyisrael in Cuentos de LA Ventana

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autopista, desalojo, escuela, familia, hijos, historia, huida, museo, vecinos, ventana, villa miseria, vuelo

Cuando mis tres hijos que estaban fuertemente abrazados a mí y yo que los rodeaba con mis brazos de tal forma que parecían haberse multiplicado salimos volando por la ventana rumbo a horizontes desconocidos, no tuvimos miedo. Ni siquiera sentimos sorpresa. Todo ocurrió de una manera tan natural, que tuvimos la sensación de que no podría haber ocurrido de otra manera.

     El día en que los representantes de la municipalidad de la ciudad vinieron a avisarnos que deberíamos desalojar la villa porque allí se construiría una bajada de la autopista, fue muy duro para todos. Cada uno reaccionó de una manera diferente. Algunos se enojaron con esos hombres, querían golpearlos. Se llenaron de ira, de odio, de desesperación. Yo no. Había que buscar una solución, no tenía tiempo para odiar. Fue peor aún, cuando con total falta de empatía, esta gente dijo que debíamos estar agradecidos porque nos avisaban con tres meses de anticipación y que además les darían trabajo en la construcción a quienes estuvieran en condiciones físicas para una labor dura. Es decir, nuestros hombres trabajarían en lo que ocasionaba el desalojo de sus familias y de ellos mismos.

     Aquel día no pude dejar de pensar, todo me daba vueltas en la cabeza, mis hijos me hacían preguntas para las que no tenía respuestas y mi marido no dejaba de dar vueltas de un lado al otro gritando e insultando al intendente y su séquito. Casi no probamos bocado, ninguno de los cinco, estábamos demasiado preocupados y angustiados como para poder comer. En la cama no dejaba de pensar, todos nos mantuvimos en vela. Fui a ver  mis hijos y dos de ellos tenían lágrimas en los ojos. El tercero me preguntó: -¿Qué vamos a hacer ahora, mamá?- sólo pude abrazarlo.

     A pesar de todo la vida sigue y mis hijos debían ir a la escuela. No era cerca, estaba como a cincuenta cuadras de casa, pero no había otra más próxima y yo no quería que ellos dejaran de aprender. Por falta de dinero íbamos caminando. A pesar de ello, jamás llegaron tarde, salvo ese día. Con los ojos húmedos y la voz avergonzada, los disculpé con sus maestras y las puse al tanto de la situación. Ellas siempre nos pusieron de ejemplo y me dijeron que si había alguien que no tenía nada por lo cual avergonzarse era yo. Les expliqué que nuestro retraso se debió a que vine todo el camino mirando hacia todos lados, por si acaso veía alguna oportunidad o solución. Les pedí que nos avisaran si se enteraban de algo. Me prometieron que así sería.

     Volví a casa por un camino diferente, no había llegado ni a la mitad cuando la vi. No entendía cómo no se me había ocurrido antes. Cuando era un museo y necesitaba hacer tiempo, había entrado muchas veces allí. Me encantaba ver esa historia tan remota que a través de los objetos parecía revivir. Sentí mucha pena cuando cerraron sus puertas porque decidieron trasladarse a un lugar más céntrico. Desde entonces, esa vieja casona había estado abandonada y en ruinas. Era ideal, tenía muchas habitaciones muy amplias. Corrí a casa para contarles a los vecinos y nos faltaron las manos para empezar la mudanza. En un día ya estábamos instalados.

     Entre todos la limpiamos y arreglamos los desperfectos con lo que teníamos y encontrábamos a mano. Estaba feliz de poder darles la buena noticia a mis hijos cuando fui a buscarlos al colegio. Ese día estábamos tan ocupados que no tuvimos tiempo de caer en la cuenta de que era una solución provisoria, que necesitábamos un lugar fijo, nuestro, del que nadie pudiera movernos. Reaccionamos a ésto cuando llegó el momento de descansar, cuando empezaron a fallarnos las fuerzas y empezó a decaer nuestro ánimo.

     Ante la adversidad, cada uno reacciona como puede. La mayoría tratamos de buscar la manera de pensar lo menos posible, de huir de nuestra propia mente que nos acosa con preocupaciones. Unos lo hacen drogándose, otros mediante el alcohol, hay quien se va de fiesta hasta bien tarde y quien elige dormir lo más posible. Yo me acerqué a la ventana de la maceta florida, no miraba al patio, al aljibe, a la calle, a la reja de entrada ni a la gente que pasaba frente a la puerta. Nadie lo entendía, yo miraba más allá, a esos parajes que siempre soñé conocer y nunca tuve la posibilidad. El día que mis hijos llenos de angustia vinieron a abrazarme para decirme que unos representantes de la municipalidad nos dijeron que debíamos dejar la casa porque iban a construir un Centro Cultural para el barrio allí; los miré, sonreí y huimos.

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SOÑAR DESPIERTA

26 jueves Ene 2017

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

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abandono, agua, ala, avión, burro, caballo, campo, Ciudad, deshabitada, embajada, español, familia, gallinas, huevos, idioma, leche, mar, nieve, onírico, ovejas, país, patos, playa, presidente, soñar, sueño, vaca, vecinos, volar, zanahoria

Supongo que no soy la única a la que le pasa, en mí es normal, despertarse y seguir el sueño ya despierta. Eso me pasa cuando el sueño es muy interesante, me inquieta o me llama la atención por algún motivo. Pero esta mañana fue distinto. Luego de apagar el despertador, cuando me quité el cobertor de encima, conforme a lo que estaba soñando, en lugar de poner los pies en el suelo salí volando por la ventana cual ave. No fue algo que pude controlar ni decidir. Simplemente ocurrió. No tuve tiempo ni de cambiarme, ni de abrigarme, ni siquiera de ponerme algo en los pies.

     Lo peor de todo, más allá de la incredulidad de estar viviendo semejante situación, es que sufro de vértigo. Así que no es difícil de imaginar cómo me sentía a una altura superior a la de los árboles, sin tener control de la situación, con mareos y náuseas. Esto de volar para mí no tenía nada de poético ni deseable. Jamás viajé en avión justamente por mi miedo a las alturas, nunca subí a un mirador ni escalé montañas. Y heme aquí, nada menos que a mí, volando.

     Pero lo que estaba viviendo no era sino el comienzo de las sorpresas del día. A la par que sentía frío en los pies, visualicé un paisaje muy extraño. Juntos era posible ver: un paraje nevado, al lado de una playa con un mar muy similar al Mediterráneo y un bosque de arrayanes. Pensé que era un buen lugar para aterrizar, sobre todo en la playa. Aunque supuse que dado que estaba al lado de la nieve, el mar estaría sumamente frío. En esas lucubraciones estaba, cuando una fuerza desconocida me impelía hacia el mar con suavidad y delicadeza. Contrario a lo que yo pensaba la temperatura del agua era cálida y con el frío que habían sufrido mis pies, no me daban ganas de salir, aunque sí de recostarme. Empecé a entender como funcionaba todo esto, bastaban mis deseos para cambiar lo que vivía. De repente, la misma fuerza que me había hecho aterrizar, con el mismo cuidado, me empujaba hacia atrás, hasta quedar flotando boca arriba. El sol junto con el mar me proporcionaba el calor buscado. Daban ganas de quedarse ahí para siempre, aunque mi curiosidad era más fuerte y bastó sentirla para moverme hasta la orilla, incorporarme y empezar a caminar sobre la arena. Yo no elegí la dirección, simplemente me dejaba llevar. Pasando por el paisaje nevado llegué a una pequeña ciudad desierta. Todo era moderno, y a la vez estaba abandonado. A pesar de estar ya sintiendo hambre y sed, no me detuve ni un momento, mi intriga era mayor y, sin poder evitarlo, seguí andando. Lo siguiente, para mí era más esperable que todo lo demás, fue llegar al campo. Allí los animales estaban solos. Se abastecían a si mismos. La vaca se ordeñaba sola. Las ovejas se trasquilaban unas a otras. El buey tiraba sólo del carro, las gallinas recogían ellas mismas los huevos y los patos ayudaban con el sembradío ¿Qué habría pasado con los campesinos? Mientras lo pensaba y seguía caminando sin detenerme, un caballo me trajo una zanahoria y un burro un balde con agua fresca. Todo lo consumí sin pararme un instante y dándoles las gracias.

     Pero se ve que no todo estaba supeditado a mis deseos, porque muy a mi pesar y suspirando con desesperación, volví a elevarme muy alto y a volar. En ningún momento retrocedí. Yo pensé que eso significaría que estaría volviendo a casa y me sentí ilusionada. Mas no, en absoluto era la intención de aquello que me manejaba cual títere a su antojo. Para empeorar mi malestar, aumentó mi velocidad. Ésto, más que la continuación de un sueño, se estaba volviendo una verdadera pesadilla. Para mi asombro y sin poder remediarlo, me quedé dormida mientras volaba…

     Cuando desperté, estaba recostada en el ala de un avión. Todos los pasajeros me miraban con incredulidad, si yo misma no entendía, menos ellos ¿cómo había llegado hasta ahí? Note que el avión descendía y aunque en medio de todo eso pareciera aún más extraño, yo pensaba que no tenía cinturón de seguridad que ponerme. Cuando aterrizamos el alboroto fue mayúsculo. Un montón de gente me rodeaba hablándome en un idioma que no entendía. Yo sólo atinaba a llorar con desesperación. Me llevaron a una oficina y alguien me alcanzó un té, unas galletitas y me hicieron gestos de esperar. No fue mucho lo que aguardé mientras me alimentaba. De repente, por la puerta, entró alguien que hablaba y entendía español. El alivio fue tan grande que empecé a llorar otra vez, con ese llanto que sale cuando una descarga tensiones. Me dijo que me tranquilizara, que nadie me acusaba de nada. Que los propios pasajeron comentaban asombrados como había llegado volando hasta el avión. Pobrecita, debía estar muy cansada y por eso me recosté en el ala. Lo único que todos querían saber, era cómo había logrado volar y por qué mi peso no había desnivelado el avión. Empecé a llorar de nuevo, ahora de impotencia, porque no tenía la explicación que me solicitaban y que a mí también me hubiera gustado tener.

     Llamaron a mi embajada, escucharon toda mi explicación sin sentido y, como si aún pudieran haber más sorpresas, lo increíble es que me creyeron. Me consiguieron la habitación de un hotel para descansar y al día siguiente me subieron a un avión rumbo a mi país. Cuando llegué, la prensa a pleno me estaba esperando y un coche presidencial me invitó a subir. El presidente mismo estaba adentro y me agradeció, porque debido a mi aventura, mi país que siempre había sido el último orejón del tarro, era ahora mundialmente famoso y todos querían empezar relaciones comerciales con nosotros. Me dejó en la puerta de mi casa, donde mi familia y los vecinos me estaban esperando, emocionados y preocupados por mí a la vez. Pero entendieron mi cansancio y, acompañándome porque ya estaba muy mareada, me llevaron hasta mi habitación donde volví a dormirme. Pero lo que soñé esta vez, ya no lo recuerdo.

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-Barcelona onírica. Tomada por mí en Barcelona, España en el 2012. © Todos los derechos reservados.-

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PROFESIONAL DEL CHISME

29 miércoles Jun 2016

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

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blog, chisme, chusma, confianza, cuento breve, periodistas, profesional, todo sobre tu vida, vecinos, vida

Profesionales del chisme, no son como muchos creen esos pseudoperiodistas que se dedican a ventilar la vida privada de los famosos. Puede que hagan muy bien su trabajo de investigación (sería genial que tan gran capacidad la usaran para ayudar a la justicia), que no se les escape ninguna información de las que ellos consideran relevantes, pero están lejos de ser verdaderos profesionales del chisme. La única que puede merecer ese título de quienes he conocido, es Marinela Artiaga. Única en su especie. Sólo yo sé sobre su esmero, tenacidad, inteligencia y capacidad para esta labor. Y únicamente porque un día, necesitando compartir con alguien sus logros, me lo confesó todo, con lujo de detalles. Ahora puedo compartirlo con ustedes, porque lamentablemente, tan minuciosa mujer, ha fallecido y en nada le afecta ya que divulgue su secreto.

Marinela era una mujer sencilla, agradable en el trato, discreta ante todo el mundo. Nunca una palabra subida de tono salió de su boca, jamás participó en discusiones estériles, era mujer de pocas palabras, sólo las necesarias y tenía una gran capacidad para escuchar. Eso hacía que la gente la considerara una persona confiable, a quien se le podía contar todo sin que lo desparramara por ahí. De esta manera, acumuló muchísima información de la vida privada de quienes confiaban en ella, sus amigos, parientes, vecinos, compañeros de trabajo y hasta comerciantes que los abastecían. Tenía en su casa una caja fuerte donde guardaba muchísimos cuadernos, perfectamente clasificados, con todo lo que anotaba acerca de los demás.

Pero la señorita Artiaga, que seguía siendo señorita a sus 57 años (edad que tenía cuando me contó todo esto), era sumamente inteligente. Ella sabía que siempre habría gente interesada en saber sobre la vida de los demás, pero que no podía divulgar todo lo que sabía de manera directa. Si lo hacía, la gente dejaría de confiar en ella. Así que se abrió un blog con un seudónimo, bloqueó la IP para que no pudieran rastrearla, y fue subiendo poco a poco todo lo que le contaban. Pero además, tomaba la precaución de publicarlo entre dos y cuatro meses después de que se lo hubieran contado, para que no pudieran relacionar con ella tal divulgación. No sólo eso, sino que hasta contó cosas privadas de su propia vida (que ya estaban pasadas en el tiempo y no le importaba que se supieran), para erradicar toda sospecha. 

En una ocasión, a través del privado de su Facebook, un vecino la contactó y la encaró preguntándole si ella era Agustina Sanabria o si la conocía. Respondió que no tenía la menor idea de quién le estaba hablando. Su interlocutor le dijo que era la escritora de un blog que se había hecho muy popular llamado TODO SOBRE TU VIDA y ahí, Marinela no siguió dando negativas. Para su disgusto, así le respondió, ella conocía dicha página de Internet. Un amigo le había mostrado que habían escrito sobre ella y le había mandado el enlace. Se lo compartió a su vecino, que de esta manera, despejó toda duda sobre su persona. Se disculpó y le explicó que la inquietud se debió a que a ella era a la única persona que le había confiado esas cosas de las cuales nadie más sabía. No entendía cómo la tal Agustina pudo haberse enterado. Marinela hizo gala de su famosa sencillez y simplicidad diciéndole que no tenía ni idea, que ella no entendía mucho de esas cosas. El hombre no sólo se quedó sin argumentos para acusarla, sino que no sabía ya como pedirle perdón y siguió confiándole sus asuntos. Con él fue más prudente y dejó pasar aún más tiempo antes de volver a escribir sobre su vida.

Tan singular y retorcida mujer, falleció joven, a los 68 años. Fue atropellada al cruzar la calle por un conductor borracho que se pasó el semáforo en rojo. No murió enseguida, sino en el hospital, luego de una operación que resultó inútil. Antes de fallecer, previendo su final, me dio la clave de su caja fuerte. Me pidió que quemara todo el material que tenía allí guardado, me lo hizo prometer. Cuando ella contaba las confidencias, ya no había peligro para la intimidad de nadie. Pero si llegaba a ser leído por alguna otra persona, ella no sabía el desastre que podía ocasionar. Cumplí con mi promesa, no sin antes buscar si tenía algo escrito sobre mí. Cinco cuadernos. Al final había una nota dirigida a mi persona:

Sabía que no aguantarías sin buscar si había escrito sobre vos, claro que lo hice. Pero si entrás al blog, verás que como en mi caso, sólo escribí meras trivialidades que en nada te comprometen, para que tampoco sobre tu persona cayeran sospechas. Te recomiendo de todos modos, también quemar tus cuadernos. Te quiero mucho, como a  la hija que nunca tuve.

Las última líneas quedaron borroneadas por mis lágrimas. La voy a extrañar, nadie sabe lo inteligente que era esa mujer, ni una de las 155 personas que asistieron a su funeral y a su entierro. Aún hoy la recuerdan con cariño y no sospechan de ella, a pesar de que en el blog no se ha escrito más. Y es que tuve la precaución, por pedido de Marinela, de bloquearlo antes de que falleciera, aduciendo que había sido denunciado y detenido el responsable de TODO SOBRE TU VIDA, cuyo autor en realidad era un hombre.

El tiempo pasó, y aunque quisiera que todos la recordaran con el cariño que siempre le tuvieron, sentí que debía contarlo para rendirle un homenaje a su gran inteligencia. No vaya a ser que alguien me crea chismosa.

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© Todos los derechos reservados.-

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