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FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

FILOIDEAS

Archivos de etiqueta: idioma

SOÑAR DESPIERTA

26 jueves Ene 2017

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

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abandono, agua, ala, avión, burro, caballo, campo, Ciudad, deshabitada, embajada, español, familia, gallinas, huevos, idioma, leche, mar, nieve, onírico, ovejas, país, patos, playa, presidente, soñar, sueño, vaca, vecinos, volar, zanahoria

Supongo que no soy la única a la que le pasa, en mí es normal, despertarse y seguir el sueño ya despierta. Eso me pasa cuando el sueño es muy interesante, me inquieta o me llama la atención por algún motivo. Pero esta mañana fue distinto. Luego de apagar el despertador, cuando me quité el cobertor de encima, conforme a lo que estaba soñando, en lugar de poner los pies en el suelo salí volando por la ventana cual ave. No fue algo que pude controlar ni decidir. Simplemente ocurrió. No tuve tiempo ni de cambiarme, ni de abrigarme, ni siquiera de ponerme algo en los pies.

     Lo peor de todo, más allá de la incredulidad de estar viviendo semejante situación, es que sufro de vértigo. Así que no es difícil de imaginar cómo me sentía a una altura superior a la de los árboles, sin tener control de la situación, con mareos y náuseas. Esto de volar para mí no tenía nada de poético ni deseable. Jamás viajé en avión justamente por mi miedo a las alturas, nunca subí a un mirador ni escalé montañas. Y heme aquí, nada menos que a mí, volando.

     Pero lo que estaba viviendo no era sino el comienzo de las sorpresas del día. A la par que sentía frío en los pies, visualicé un paisaje muy extraño. Juntos era posible ver: un paraje nevado, al lado de una playa con un mar muy similar al Mediterráneo y un bosque de arrayanes. Pensé que era un buen lugar para aterrizar, sobre todo en la playa. Aunque supuse que dado que estaba al lado de la nieve, el mar estaría sumamente frío. En esas lucubraciones estaba, cuando una fuerza desconocida me impelía hacia el mar con suavidad y delicadeza. Contrario a lo que yo pensaba la temperatura del agua era cálida y con el frío que habían sufrido mis pies, no me daban ganas de salir, aunque sí de recostarme. Empecé a entender como funcionaba todo esto, bastaban mis deseos para cambiar lo que vivía. De repente, la misma fuerza que me había hecho aterrizar, con el mismo cuidado, me empujaba hacia atrás, hasta quedar flotando boca arriba. El sol junto con el mar me proporcionaba el calor buscado. Daban ganas de quedarse ahí para siempre, aunque mi curiosidad era más fuerte y bastó sentirla para moverme hasta la orilla, incorporarme y empezar a caminar sobre la arena. Yo no elegí la dirección, simplemente me dejaba llevar. Pasando por el paisaje nevado llegué a una pequeña ciudad desierta. Todo era moderno, y a la vez estaba abandonado. A pesar de estar ya sintiendo hambre y sed, no me detuve ni un momento, mi intriga era mayor y, sin poder evitarlo, seguí andando. Lo siguiente, para mí era más esperable que todo lo demás, fue llegar al campo. Allí los animales estaban solos. Se abastecían a si mismos. La vaca se ordeñaba sola. Las ovejas se trasquilaban unas a otras. El buey tiraba sólo del carro, las gallinas recogían ellas mismas los huevos y los patos ayudaban con el sembradío ¿Qué habría pasado con los campesinos? Mientras lo pensaba y seguía caminando sin detenerme, un caballo me trajo una zanahoria y un burro un balde con agua fresca. Todo lo consumí sin pararme un instante y dándoles las gracias.

     Pero se ve que no todo estaba supeditado a mis deseos, porque muy a mi pesar y suspirando con desesperación, volví a elevarme muy alto y a volar. En ningún momento retrocedí. Yo pensé que eso significaría que estaría volviendo a casa y me sentí ilusionada. Mas no, en absoluto era la intención de aquello que me manejaba cual títere a su antojo. Para empeorar mi malestar, aumentó mi velocidad. Ésto, más que la continuación de un sueño, se estaba volviendo una verdadera pesadilla. Para mi asombro y sin poder remediarlo, me quedé dormida mientras volaba…

     Cuando desperté, estaba recostada en el ala de un avión. Todos los pasajeros me miraban con incredulidad, si yo misma no entendía, menos ellos ¿cómo había llegado hasta ahí? Note que el avión descendía y aunque en medio de todo eso pareciera aún más extraño, yo pensaba que no tenía cinturón de seguridad que ponerme. Cuando aterrizamos el alboroto fue mayúsculo. Un montón de gente me rodeaba hablándome en un idioma que no entendía. Yo sólo atinaba a llorar con desesperación. Me llevaron a una oficina y alguien me alcanzó un té, unas galletitas y me hicieron gestos de esperar. No fue mucho lo que aguardé mientras me alimentaba. De repente, por la puerta, entró alguien que hablaba y entendía español. El alivio fue tan grande que empecé a llorar otra vez, con ese llanto que sale cuando una descarga tensiones. Me dijo que me tranquilizara, que nadie me acusaba de nada. Que los propios pasajeron comentaban asombrados como había llegado volando hasta el avión. Pobrecita, debía estar muy cansada y por eso me recosté en el ala. Lo único que todos querían saber, era cómo había logrado volar y por qué mi peso no había desnivelado el avión. Empecé a llorar de nuevo, ahora de impotencia, porque no tenía la explicación que me solicitaban y que a mí también me hubiera gustado tener.

     Llamaron a mi embajada, escucharon toda mi explicación sin sentido y, como si aún pudieran haber más sorpresas, lo increíble es que me creyeron. Me consiguieron la habitación de un hotel para descansar y al día siguiente me subieron a un avión rumbo a mi país. Cuando llegué, la prensa a pleno me estaba esperando y un coche presidencial me invitó a subir. El presidente mismo estaba adentro y me agradeció, porque debido a mi aventura, mi país que siempre había sido el último orejón del tarro, era ahora mundialmente famoso y todos querían empezar relaciones comerciales con nosotros. Me dejó en la puerta de mi casa, donde mi familia y los vecinos me estaban esperando, emocionados y preocupados por mí a la vez. Pero entendieron mi cansancio y, acompañándome porque ya estaba muy mareada, me llevaron hasta mi habitación donde volví a dormirme. Pero lo que soñé esta vez, ya no lo recuerdo.

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-Barcelona onírica. Tomada por mí en Barcelona, España en el 2012. © Todos los derechos reservados.-

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CRÓNICA DE UNA EMIGRACIÓN NO ANUNCIADA (5)

08 miércoles Jun 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

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argentinos, clases, culturas, curso de hebreo, despido, diversidad, docentes, hebreo, idioma, Israel, latino, maestras, rumanos, rusos, ulpán, uruguayos

-CAPÍTULO 5-

VOLVER A LA ESCUELA

     En otro momento ya hablé de lo difícil que es aprender el idioma y mencioné muy por encima nuestro curso de hebreo (Ulpán). Luego de haberlo hecho de esta manera me quedé con cierta sensación de injusticia, semejante experiencia merece un espacio aparte y dedicado. 

     Volver a estudiar para gente de nuestra edad y con hijos, implica no sólo el esfuerzo de volver a adaptarse a una situación que ya creíamos superada, sino la responsabilidad de ser un ejemplo para nuestros hijos. Si dedicamos apenas unos minutos en casa para hacer la tarea y estudiar, con qué cara vamos a exigirles a nuestros hijos que lo hagan. Mi hermana mayor había sido un ejemplo para mí en ese aspecto, ella volvía a su casa del Ulpán y luego le dedicaba como nueve horas por día al estudio. Confieso que yo no llegué a tanto, pero sí he sido una niña aplicada, he hecho mis deberes y como ya conté en otra parte, utilicé mi gusto por la escritura para estudiar y practicar el idioma. Y, a pesar de que varias de las maestras que hemos tenido no han sido muy de mi agrado, debo decir que todas siempre se mostraron muy bien dispuestas a corregir mis ejercicios auto impuestos.

     El aula era un horno o una heladera, según la parte del mundo de la que cada uno venía. En nuestra aula, como en la mayoría de las del país, estaba formada por un gran porcentaje de rusos, algunos rumanos, un uruguayo y (aparte de nosotros) dos o tres argentinos más. Allí aprendí que los rusos no son todos rubios, eso depende de qué parte de Rusia sean, y que el idioma rumano es de origen latino y no parecido al ruso como yo pensaba. De hecho, cada vez que nuestra maestra decía algo que algún argentino no entendía y le contestaba otro argentino en español, veíamos con asombro que los rumanos habían entendido dicha explicación. Prestando atención a cuando hablaban, descubrí que tenían un acento y una manera de hablar muy parecida al italiano. Rumanos y argentinos empezamos a acercarnos un poco más a partir de entonces, algo que costó un poco más con los rusos. Ellos sabían tanto hebreo como nosotros, algunos un poco más y otros un poco menos si es eso posible, y el idioma junto a las sensaciones climáticas se convirtieron pronto en una barrera difícil de franquear. Algunos de ellos y algunos de nosotros lo hemos intentado seriamente y logramos avanzar un poco, pero no logramos establecer amistad con ninguno de ellos.

     El mayor problema que causó diferencias en el alumnado, fueron las maestras. Acostumbradas a que la mayoría de sus alumnos fueran rusos, muchas de ellas sabían hablar en ese idioma, aún no teniendo esa nacionalidad de origen ni padres que lo fueran. Con la primera que tuvimos fue un caos. Ella les explicaba algunas cosas en ruso a los alumnos y eso nos confundía a los latinos que no sabíamos si nos estaban hablando en hebreo o en ruso. A los rusos no les gustaba que les explicaran en ruso y nosotros sentíamos la desigualdad y la injusticia. Eso empezó a crear asperezas muy fuertes entre ambos grupos idiomáticos. La pobre docente, con ambos lados en contra (lo único en que logramos coincidir) terminó despedida y haciendo que los latinos nos sintiéramos mal y quisiéramos arreglar las cosas, mientras los rusos se sentían de lo más conformes con dicho despido. Esa situación lo empeoró todo, hubo gritos y acusaciones injustas de ambos lados.

     No mejoró eso la llegada de la segunda docente, que parecía ofenderse cuando alguien no entendía algo y no sólo se negaba a responder, sino que contestaba de muy malos modos a quien se atreviera. No bastó más para que estallara la revolución y una compañera y yo nos retiráramos del aula sin estar dispuestas a entrar al menos que la docente rectificara su posición. Nosotras no sabíamos lo que pasaba adentro del aula y nos enteramos después. Mientras nosotras nos declarábamos en huelga, la guerra estalló allí adentro. Al punto que la maestra sin saber cómo controlar la situación vino a disculparse con nosotras, quienes regresamos y nos quedamos sorprendidas ante el cuadro de gritos y enojos que había . El resultado no se hizo esperar, otra maestra despedida.

     Creo que hubo otra más interina mientras esperábamos la oficial, pero es obvio que no dejó huella alguna, pues no la recuerdo en lo más absoluto. Lo mejor llegó cuando no quedaba mucho tiempo para el final. Las clases fueron impuestas por dos maestras que trabajaban en días alternados ¿Resultaríamos un grupo insalubre para una sola? Excelentes ambas. Una de ellas con una capacidad de histrionismo que hacía que las clases fueran mucho más llevaderas, con mucha experiencia a cuestas tenía conocimientos de español, ruso, hebreo, inglés y hasta algo de etíope. Nos hacía reír con sus chistes y sus imitaciones de la forma de hablar de cada comunidad. Relajó la convivencia entre nosotros que terminamos siendo no amigos, pero sí buenos compañeros. Nos cargaba a los argentinos, porque decía que siempre decíamos MAÑANA y nos alentó a que no perdiéramos la buena educación que traíamos y a servir de ejemplo a un pueblo que no solía conservar ciertas costumbres como decir por favor, por ejemplo.

     En cierta medida el Ulpán fue un parto, pero la experiencia y lo aprendido no sólo a nivel idiomático si no de convivencia y diferencia de culturas, así como muchos otros conocimientos y vivencias es un bagaje cuyo enriquecimiento no cambiaría por nada del mundo.

EN LA VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO.-

© Todos los derechos reservados.-

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CRÓNICA DE UNA EMIGRACIÓN NO ANUNCIADA (3)

06 lunes Jun 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

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angustia, aprender, aprendizaje, curso de hebreo, dibujos, hebreo, idioma, Israel, letra hebrea, letras, ulpán

-CAPÍTULO 3-

DIBUJOS NO, LETRAS

     Llegamos a Israel con un mínimo conocimiento de hebreo. Sabíamos las letras (escribirlas y leerlas), aunque nos parecían dibujitos, y lo siguieron pareciendo durante algún tiempo. También conocíamos unas pocas palabras y aún menos expresiones equivalentes a: no entiendo hebreo, no hablo hebreo y no sé hebreo y, como es de suponer, también sabíamos que en hebreo se lee y escribe al revés. En nuestra ingenuidad pensamos que al día siguiente, o como mucho una semana después, empezaríamos el ulpán (curso de hebreo que dura casi 6 meses); pero esa fue otra de las sorpresas que nos esperaban, no lo empezamos hasta un mes y medio después.

     Vivir durante un par de meses en un país donde no se conoce el idioma, no es sencillo. Hasta que pudimos aprender palabras diferentes a las que son iguales al español (limón, té, café, banana, etc.), tuvimos que manejarnos por señas y hasta sonidos tales como: muuuu, cocorocó y otros por el estilo. Tratar de comprar queso para rallar comprometió nuestra dignidad con los gestos que nos vimos obligados a hacer y sobre ello hay todo un cuento escrito por mi marido. La cantidad de anécdotas que tenemos con el idioma nos obligaría a que sólo ellas conformaran un libro, pues son muchísimas. Algunas ya les he contado tantas veces que temo que se gasten.

     Mientras nosotros esperábamos para empezar el curso de hebreo, mis hijos comenzaron sus clases escolares. Dani, el menor, iba al jardín del kibutz* durante 8 horas. Eso y el hecho de que no tuviera más de dos años de haber empezado a hablar el idioma español, hizo que lo absorbiera antes que ninguno de nosotros y que mezclara los idiomas al hablar de una manera que nos resultaba divertida y tierna. Al principio la comunicación con él se hizo difícil. Había cosas que él sólo sabía decirlas en hebreo y nosotros aún no sabíamos nada. A medida que Ezi, el mayor, empezó a aprender, fue un alivio para nosotros. No fue fácil tampoco para él. Vino en contra de su voluntad y se declaró en rebeldía. Logramos que saliera adelante con la ayuda de otra inmigrante que era maestra de hebreo y que vivía a pocas casas de distancia de la nuestra. Hoy día ambos nos corrigen cuando hablamos mal, nos ayudan a hablar por teléfono (es algo que poco a poco vamos logrando, pero aún nos cuesta) y se ríen de nosotros cuando cometemos errores. El mayor llegó a avergonzarse de mí alguna vez, lo cual me causó mucho dolor, pero ambos hemos superado juntos esa etapa. El más chico piensa en hebreo, aunque durante un tiempo él lo negó, se nota porque traduce cuando habla y algunas expresiones y palabras nos resultan muy graciosas. Pero no nos reímos de él, si no con él. Actualmente ya reconoce que es verdad que piensa en hebreo. Hoy mismo me sorprendió, cuando lo escuché decirles a su abuela y a su tía que en Argentina es todo al revés. Lo mismo que nosotros sentimos al llegar aquí sobre Israel.

     La primera vez que fuimos al ulpán nos dividieron en dos grupos: los que no sabían ni las letras, y los que sabíamos algo. La idea era no aburrirnos aprendiendo lo que ya sabíamos. Estudiar en el ulpán fue como participar en una maratón de postas. Porque tuvimos 5 maestras distintas y porque la forma de enseñarnos los verbos era diciéndolos rápido y obligándonos a conjugarlos a gran velocidad. Hubo momentos en los cuales resultaba tan angustiante que más de uno (todos adultos) terminamos llorando en algún momento. Por mi parte trataba de aplicar lo aprendido en casa, con el diccionario al lado y escribiendo relatos en idioma hebreo. Logré sorprender a mis maestras, no sólo porque llegué a escribir bastante bien algunos de ellos, sino también porque mis errores daban lugar a extrañas aseveraciones, como la vez que terminé uno de esos escritos diciendo que mi papá antes fue mujer. Debo confesar que estudiar en el ulpán fue casi como un parto para mí, aunque tanto mi esposo como yo terminamos con bastantes buenas notas (las de él mejores que las mías).

     Para un adulto es siempre más complicado y nosotros, a pesar de tener ya ocho años y medio en el país, seguimos aprendiendo más y más cada día. Una de mis compañeras de trabajo se ríe cada vez que me pongo contenta por haber aprendido una nueva palabra que la mayoría de veces ella misma me enseña. Aún estoy lejos de poder leer un libro o llenar un crucigrama (no pierdo las esperanzas); y de las noticias en los diarios, parte entiendo, otra parte adivino y la mayor parte no entiendo ni jota. Pero hay una frase popular que dice: persevera y triunfarás, así que sigo esperando el triunfo mientras persevero tozudamente.

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© Todos los derechos reservados.-

*Kibutz: granja comunitaria, actualmente funcionan más como barrios cerrados.

Escrito en Nahariya, Israel, en el año 2011.

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YO MARCO 1

27 jueves Nov 2014

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

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español, hebreo, idioma, impaciencia, marcar, operadora, paciencia, teléfono

    Una de las dificultades de vivir en un país con un idioma diferente al de uno, radica en hablar por teléfono. Las operadoras de los distintos organismos suelen hablar a toda velocidad, como si las persiguiera un asesino peligroso. Nunca entendí el por qué de tanto apuro y cuando se les pide que hablen más lento nos encontramos con alguna de estas dos opciones:

      Operadora 1: pero si yo estoy hablando lento (obviamente sigue hablando a la misma velocidad).

     Operadora 2: sí, sí, sí, disculpe, hablaré más lento (lo hace con las 5 primeras palabras, luego vuelve a tomar carrera ¿estarán entrenando para alguna maratón?).

      Lo más común es pasar por estas situaciones cuando hay que pedir algún turno médico. Algunos se pueden pedir por Internet, pero para eso tenés que tener la clave que ellos mismos te dan y no todos la tenemos. Así que debemos pasar por algo así:

     «Usted se ha comunicado con el servicio de atención al cliente de Cargadalit, si quiere que le hablemos en hebreo marque 1, si quiere que le hablemos en ruso marque 2, si quiere que le hablemos en árabe marque 3, si quiere que le hablemos en esperanto marque 4, si quiere que le hablemos en quechua marque 5…» Como de todas esas opciones con lo que mejor me manejo es con el hebreo, marco 1.

     «Si quiere cambiar al servicio más caro de Cargadalit marque 1, si usted aún no es uno de nuestros clientes y desea serlo marque 2, si usted quiere cancelar nuestro servicio espere sentado que parado se va a cansar, si quiere pedir un turno le recordamos que puede hacerlo a través de Internet en vez de molestarnos a nosotros, en la página de Cargadalit www.cargadalit.il, si igual insiste con interrumpirnos el café de la mañana marque 3″ Bueno, esta vez marco 3, pero conste que porque yo quiero. A esa altura empiezo a perder la paciencia.

«Si quiere pedir un turno para el pediatra llame al teléfono 04-9xxxxxxxx, si quiere pedir un turno con las enfermeras marque el número 04-9yyyyyyy, si quiere pedir un turno con el médico de cabecera marque 1, si quiere pedir turno con un especialista marque 2, si quiere darnos un regalo porque le ponemos linda música de fondo puede enviarlo a nuestra casilla de correo»  En fin, el 2 ahora ¿lo conseguiré?

«Si usted quiere pedir un turno con fisioterapia o rehabilitación marque 1, si quiere pedir con el oculista marque 2, si quiere pedir con el fonoudiólogo marque 3, si quiere saber si la chancha tuvo cría marque 4, si quiere que le repitamos todo otra vez marque 5» Marco 5, porque me perdí y ya no me acuerdo lo que debo marcar.

«Todo otra vez. Si no le sirven ninguna de las opciones dadas, escriba su número de documento marcando numeral al final y aguarde y será atendido». ¡¡¡Aguardo, aguardo!!!

«BuenosdíassoyGretaenquépuedoayudarlo» ¿Eh? Ah, Greta, buenos días. Necesito un turno para el pacientólogo, llamaba para otro, pero ustedes me hicieron perder la paciencia y ya no me acuerdo para cuál llamaba, pero que sea por la mañana, por favor.

«Paraelpacientólogotengoturnoparalas5delamañanaparaeldía25dediciembredelaño2016» ¿No hay nada para antes? Si necesito ese especialista es porque soy incapaz de esperar. «Sí,hayunoparalas23horasdehoymismo» Te pedí por la mañana. «PorlamañananotengonadaantesdelturnoqueledijeenNaharía» ¿Y fuera de Naharía? «Tengounoparalas8delamañana,mañanamismoenJerusalem». Respiro hondo, matar está penado por la ley, así que trato de calmarme, calculo cuándo tengo que salir para llegar a las 8 de la mañana a Jerusalem, tendría que tomar un tren a las 4:30 ¿habrá trenes a esa hora? Decido tomarlo, como sea llegaré a tiempo. Saludo a Greta acordándome de toda su familia pero no se lo digo y amenazo a mi marido con que la próxima vez llamará él. Él le tira la pelota a mi hijo mayor, mi hijo mayor se la pasa a mi hijo menor, el menor a la gata que patea adentro de la pecera más grande y gooooolllllllll… Ah, no, ya me fui de tema, es que quedé algo confundida, disculpen. Si quieren dejar de leer marquen 1.

FOTOS.- 2164CMA

© Todos los derechos reservados.-

21 de junio de 2013

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ME SOBRAN SENSACIONES Y ME FALTAN PALABRAS

26 miércoles Nov 2014

Posted by cindyisrael in Vivencias

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hebreo, idioma, inmigración, letra hebrea, letra hei, traducción

Ayer; mi familia compuesta por mis dos hijos, mi marido y yo, nos dirigíamos a la casa de unos amigos que viven camino a la playa. Yendo hacia allí, uno inevitablemente ve el mar de frente. Estaba hermoso y me salió expresarlo en hebreo… pero mal. Quise decir algo tan simple como: ¡¡¡Qué lindo el mar!!! y dije algo equivalente a: ¡¡¡Qué lindo a el mar!!! Mi hijo mayor que como buen adolescente siempre está al pendiente de cualquiera de mis errores, me dijo: ¿Cómo «qué lindo a el mar»? Sin perdida de tiempo reparé mi error y lo dije correctamente. Me quedé pensando unos segundos, porque no es la primera vez que cometo dicho error y ya llevo viviendo en Israel 7 años y medio, y me di cuenta que el problema es que como siempre tengo la sensación de que en hebreo me faltan palabras, termino agregando de más palabras que no van. Cuando así lo expliqué, mi hijo mayor me respondió: «TE SOBRAN SENSACIONES Y TE FALTAN PALABRAS». Me encantó la frase, aunque luego él la cambió diciendo que teniendo en cuenta que yo suelo agregar palabras que no van, en realidad me sobran sensaciones y palabras. De alguna manera tiene razón, aunque en lo que a mí respecta y a propósito de esta reflexión, la primera versión es la más indicada. En hebreo hay palabras que se dan por sobreentendido, de esta manera no decimos, por ejemplo: ME COMPRÉ UNA CARTERA, decimos algo así como: ME COMPRÉ CARTERA y el una se da por entendido. Con el verbo ser en presente es lo mismo, no decimos, por ejemplo: YO SOY MAMÁ, decimos: YO MAMÁ. Así, si tenemos que decir una frase tan sencilla como: ÉL ES UN NIÑO HERMOSO, diremos: ÉL NIÑO HERMOSO y todos entenderán qué estoy diciendo. Eso hace que una se sienta hablando como india, incluso a pesar del tiempo. Y el problema es que hay cosas que no podemos evitar traducir. Claro que eso ya no me pasa con expresiones simples y cotidianas, las cuales ya me salen solas en hebreo. Pero hay cosas que una no usa tan a menudo, y ahí empiezan los problemas. Me suele pasar cuando tengo que enfrentarme a algún trámite, por ejemplo, que nunca hice antes. Siendo un tema que no manejo, desde el momento que sé que tengo que hacer dicho trámite, así sea una semana antes, empiezo a armarme mentalmente la frase que tengo que decir en hebreo, por supuesto traducción mediante. Cuando hay alguna palabra que me falta, recurro a mis hijos. Una vez que tengo armada la frase, me la paso repitiéndola todo el día e incluso en sueños y duermo mal hasta el día que tengo que ir. Cuando dicho momento llega, voy con tiempo, caminando despacito y repitiéndome la frase sin parar, palabra por palabra. Cuando al fin llego al lugar y me atienden, estoy tan tensa por la situación nueva, que digo lo que tengo que decir con todos los errores habidos y por haber que quería evitar. Menos mal que aquí están acostumbrados a los inmigrantes, y entienden a pesar de las equivocaciones. Sueño con el día que ya no tenga que pensar cada palabra, que mi hebreo sea tan fluido que ya ni me asombre de la facilidad con que lo hablo. Mientras tanto, mi vida estará llena de anécdotas idiomáticas que me harán pensar y reír, como ayer.

© Todos los derechos reservados.-

17 de julio del 2010

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