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FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

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Archivos de etiqueta: rusos

CRÓNICA DE UNA EMIGRACIÓN NO ANUNCIADA (7)

12 domingo Jun 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

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Etiquetas

ascensor, autobús, balcón, centro, Ciudad, costa, departamento, Israel, Jedera, playa, rusos, tren, viajes

-CAPÍTULO 7-

JEDERA, LA CIUDAD RUSA

     Cuando decidimos mudarnos del kibutz* a una ciudad, barajamos varias opciones. Lo principal en ese momento para nosotros era acercarnos al centro del país, donde habría más posibilidades de conseguir trabajo. La ciudad elegida fue Jedera, ubicada en el centro del país pero considerada parte del norte. Además de elegirla por su ubicación, nos ayudó a decidirnos el hecho de que mi tía vivía allí y parecía enamorada de la ciudad. Hoy por hoy mi tía sigue ahí, esta adaptada a ella y creo que la sigue amando. Para nosotros no fue igual.

     Cualquiera que lee el título de este capítulo, puede aducir que rusos hay en todas las ciudades y que en general suelen ser mayoría. Sin embargo como en Jedera no he llegado a ver. Apenas llegados a la ciudad, nos cruzamos con gente en la calle que nos preguntaba la hora o la calle directamente en ruso. Con mi marido comentamos que quizá nos habíamos equivocado y sin darnos cuenta ya no estábamos en Israel, sino en Rusia. Los negocios del centro tenían en su mayoría carteles sólo en ruso, ni siquiera traducidos al hebreo.

     Luego de haber vivido en el kibutz, un lugar donde a menos que tuvieras auto propio era difícil entrar y salir con libertad, Jedera nos parecía el paraíso. Acostumbrados a caminar, que tuviera que andar varias cuadras para comprar una leche no me representaba un gran problema. La zona era hermosa, el departamento al que nos mudamos era nuevo y estaba en muy buenas condiciones, tenía ascensor y balcón.

     Mis hijos se hicieron amigos de nenes vecinos casi enseguida y bajaban a jugar sin miedo. El mayor inconveniente que tuve al poco tiempo de haber llegado fue el jardín de infantes de mi hijo menor. Acostumbrada al kibutz, donde mi hijo iba y volvía solo al jardín, tener que tomar un autobús para llevarlo me complicaba un poco, aunque no era nada muy grave. En el jardín conocí una abuela argentina que al poco tiempo me contrató para retirar y cuidar a su nieto. Mi marido, ingeniero mecánico, aún no podía conseguir trabajo en su profesión por causa del idioma. Tuvo que trabajar como operario, ocupación que consiguió en alrededor de un mes.

     El pre-escolar de mi hijo menor fue más complejo. No por las maestras, nada tengo que decir de ellas. Si no por la ubicación del jardín de infantes. Por un lado era una ventaja, era más cerca de casa y ya podía llevarlo a pie, pero un gran tramo era camino de tierra y en época de lluvias era casi imposible el paso, por lo cual mi nene terminó faltando bastante, aunque eso no lo perjudicó. La temporada húmeda en Israel es corta. 

     Jedera es una ciudad ubicada a orillas del Mediterráneo y como tal tiene playas, hermosas por cierto. Recomiendo a quienes vayan, si eligen meterse en una especie de piletones que forman las rocas, tengan cuidado. Allí suelen alojarse unos peces minúsculos, difíciles de ver a simple vista, que muerden. He salido con la pierna sangrando un poquito de allí. Llegar a la costa, si no se tiene auto o no se vive muy cerca es otro tema. En la semana hay autobuses, pero los fines de semana no queda otra que tomar un remís de ida y otro de vuelta, lo cual no es nada barato.

     Por aquel entonces, no sé cómo será ahora, el intendente era religioso. Eso significaba que los viernes a la tarde y el sábado, la ciudad no ofrecía más posibilidades que visitarse unos a otros o gastarse plata en ir a la costa. El transporte era otro tema. Tiempo después de haber vivido ahí, mi marido consiguió trabajo en Aco (Acre). Para llegar debía tomarse un autobús frente a casa hasta la estación de tren. Autobuses y trenes no tenían los horarios coordinados. Él llegaba a la estación y al tren lo veía irse. Fue este, en gran parte, el motivo que nos llevó a buscar mudarnos de nuevo. 

     Lo mejor para nuestra vida allí fue la escuela del mayor, porque podía ir caminando solo sin mayores inconvenientes. Estaba a unas cuatro cuadras, pero en un camino sin interrupciones, que no necesitaba cruzar. Además, mientras vivíamos allí, mis suegros se habían mudado a Jedera también y encontraron un muy buen departamento justo enfrente del colegio. Eso me permitía tener libertad para trámites y compras sin miedo a no llegar a tiempo a buscar a mi hijo. También mis hijos iban de visita solos a lo de los abuelos, quienes los esperaban en la esquina y los ayudaban a cruzar la ruta.

     Si tengo que sacar una conclusión de nuestra experiencia de vida allí, debo decir que lo mejor de la ciudad, es mi tía.

DSC_0188eCF

-A pesar de haber sacado muchas fotos de Jedera durante nuestra estadía allá, al no saber dónde han ido a parar, me vi obligada a utilizar una foto más reciente. En el balcón del departamento de mi primo en el año 2011, foto tomada por mi hijo mayor y editada por mí. © Todos los derechos reservados.-

*Kibutz: granja comunitaria hoy más parecido a un barrio cerrado.

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CRÓNICA DE UNA EMIGRACIÓN NO ANUNCIADA (5)

08 miércoles Jun 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

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Etiquetas

argentinos, clases, culturas, curso de hebreo, despido, diversidad, docentes, hebreo, idioma, Israel, latino, maestras, rumanos, rusos, ulpán, uruguayos

-CAPÍTULO 5-

VOLVER A LA ESCUELA

     En otro momento ya hablé de lo difícil que es aprender el idioma y mencioné muy por encima nuestro curso de hebreo (Ulpán). Luego de haberlo hecho de esta manera me quedé con cierta sensación de injusticia, semejante experiencia merece un espacio aparte y dedicado. 

     Volver a estudiar para gente de nuestra edad y con hijos, implica no sólo el esfuerzo de volver a adaptarse a una situación que ya creíamos superada, sino la responsabilidad de ser un ejemplo para nuestros hijos. Si dedicamos apenas unos minutos en casa para hacer la tarea y estudiar, con qué cara vamos a exigirles a nuestros hijos que lo hagan. Mi hermana mayor había sido un ejemplo para mí en ese aspecto, ella volvía a su casa del Ulpán y luego le dedicaba como nueve horas por día al estudio. Confieso que yo no llegué a tanto, pero sí he sido una niña aplicada, he hecho mis deberes y como ya conté en otra parte, utilicé mi gusto por la escritura para estudiar y practicar el idioma. Y, a pesar de que varias de las maestras que hemos tenido no han sido muy de mi agrado, debo decir que todas siempre se mostraron muy bien dispuestas a corregir mis ejercicios auto impuestos.

     El aula era un horno o una heladera, según la parte del mundo de la que cada uno venía. En nuestra aula, como en la mayoría de las del país, estaba formada por un gran porcentaje de rusos, algunos rumanos, un uruguayo y (aparte de nosotros) dos o tres argentinos más. Allí aprendí que los rusos no son todos rubios, eso depende de qué parte de Rusia sean, y que el idioma rumano es de origen latino y no parecido al ruso como yo pensaba. De hecho, cada vez que nuestra maestra decía algo que algún argentino no entendía y le contestaba otro argentino en español, veíamos con asombro que los rumanos habían entendido dicha explicación. Prestando atención a cuando hablaban, descubrí que tenían un acento y una manera de hablar muy parecida al italiano. Rumanos y argentinos empezamos a acercarnos un poco más a partir de entonces, algo que costó un poco más con los rusos. Ellos sabían tanto hebreo como nosotros, algunos un poco más y otros un poco menos si es eso posible, y el idioma junto a las sensaciones climáticas se convirtieron pronto en una barrera difícil de franquear. Algunos de ellos y algunos de nosotros lo hemos intentado seriamente y logramos avanzar un poco, pero no logramos establecer amistad con ninguno de ellos.

     El mayor problema que causó diferencias en el alumnado, fueron las maestras. Acostumbradas a que la mayoría de sus alumnos fueran rusos, muchas de ellas sabían hablar en ese idioma, aún no teniendo esa nacionalidad de origen ni padres que lo fueran. Con la primera que tuvimos fue un caos. Ella les explicaba algunas cosas en ruso a los alumnos y eso nos confundía a los latinos que no sabíamos si nos estaban hablando en hebreo o en ruso. A los rusos no les gustaba que les explicaran en ruso y nosotros sentíamos la desigualdad y la injusticia. Eso empezó a crear asperezas muy fuertes entre ambos grupos idiomáticos. La pobre docente, con ambos lados en contra (lo único en que logramos coincidir) terminó despedida y haciendo que los latinos nos sintiéramos mal y quisiéramos arreglar las cosas, mientras los rusos se sentían de lo más conformes con dicho despido. Esa situación lo empeoró todo, hubo gritos y acusaciones injustas de ambos lados.

     No mejoró eso la llegada de la segunda docente, que parecía ofenderse cuando alguien no entendía algo y no sólo se negaba a responder, sino que contestaba de muy malos modos a quien se atreviera. No bastó más para que estallara la revolución y una compañera y yo nos retiráramos del aula sin estar dispuestas a entrar al menos que la docente rectificara su posición. Nosotras no sabíamos lo que pasaba adentro del aula y nos enteramos después. Mientras nosotras nos declarábamos en huelga, la guerra estalló allí adentro. Al punto que la maestra sin saber cómo controlar la situación vino a disculparse con nosotras, quienes regresamos y nos quedamos sorprendidas ante el cuadro de gritos y enojos que había . El resultado no se hizo esperar, otra maestra despedida.

     Creo que hubo otra más interina mientras esperábamos la oficial, pero es obvio que no dejó huella alguna, pues no la recuerdo en lo más absoluto. Lo mejor llegó cuando no quedaba mucho tiempo para el final. Las clases fueron impuestas por dos maestras que trabajaban en días alternados ¿Resultaríamos un grupo insalubre para una sola? Excelentes ambas. Una de ellas con una capacidad de histrionismo que hacía que las clases fueran mucho más llevaderas, con mucha experiencia a cuestas tenía conocimientos de español, ruso, hebreo, inglés y hasta algo de etíope. Nos hacía reír con sus chistes y sus imitaciones de la forma de hablar de cada comunidad. Relajó la convivencia entre nosotros que terminamos siendo no amigos, pero sí buenos compañeros. Nos cargaba a los argentinos, porque decía que siempre decíamos MAÑANA y nos alentó a que no perdiéramos la buena educación que traíamos y a servir de ejemplo a un pueblo que no solía conservar ciertas costumbres como decir por favor, por ejemplo.

     En cierta medida el Ulpán fue un parto, pero la experiencia y lo aprendido no sólo a nivel idiomático si no de convivencia y diferencia de culturas, así como muchos otros conocimientos y vivencias es un bagaje cuyo enriquecimiento no cambiaría por nada del mundo.

EN LA VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO.-

© Todos los derechos reservados.-

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