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FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

FILOIDEAS

Archivos de etiqueta: emigración

EMIGRACIÓN Y ADAPTACIÓN

05 lunes Sep 2016

Posted by cindyisrael in Notas

≈ 5 comentarios

Etiquetas

adaptación, amar, amigos, amor, aprendizaje, Argentina, dolor, duda, emigración, emigrante, emigrar, etapa, hebreo, historia, inmigración, inmigrante, Israel, israelíes, pasado, presente, proceso, puerta

Hace alrededor de trece años y medio que vivo en Israel. Aclaro que no soy socióloga, ni psicóloga, ni antropóloga, ni nada por el estilo. Lo que sí soy es una persona muy observadora. Haciendo memoria a mi proceso como inmigrante hasta llegar a la adaptación y habiendo estado y estando rodeada de inmigrantes, he podido notar que ese proceso es casi igual en la mayoría. Por supuesto, siempre hay excepciones, incluyendo a quienes no logran completar todas las etapas y se vuelven antes. Supongo que tiene que ver, haciendo una burda comparación, con el umbral de dolor físico. Pero, intuyo que también hay un umbral de dolor psicológico. Y es en relación a él, que algunos logran permanecer y otros no. Algunos de los que se volvieron lo hicieron a su país de origen, otros han elegido otros destinos alternativos. Desconozco si han logrado completar el proceso en esos otros países. Por lo que he hablado con gente que a emigrado a otros lugares, Israel no es el país más difícil para adaptarse. Pero hay que reconocer que sí tiene una gran dificultad. Sobre todo para quienes venimos de países americanos. Cuando uno está recién llegado, da la sensación de que acá es todo al revés, no sólo la dirección de la lecto-escritura. Yo he llegado a sentir que para poder adaptarme, debía dar vuelta mi cabeza. Haciendo un repaso, decía, he llegado a identificar las siguientes etapas:

1.- ETAPA TURISTA

     Le puse ese nombre, porque cuando somos recién llegados, aunque ya estemos en la casa que vamos a ocupar de ahí en más, aún no terminamos de darnos cuenta que bajamos del avión. Estamos en un tiempo de maravilla, el cual durará según qué tan rápido nos insertemos en la rutina. Al principio no nos sentimos ciudadanos, ni siquiera inmigrantes. Mezclado con el temor, la incertidumbre, la tristeza de lo dejado atrás, la esperanza de una mejor vida, sentimos la maravilla de lo nuevo. Cual turista que llega por primera vez a un país, empezamos a descubrirlo todo, a probar nuevos sabores, a sentir nuevos aromas y cada lugar nuevo que conocemos nos encanta y todo nos resulta curioso y raro. Si encima, como era nuestro caso, no conocemos el idioma, esa sensación, supongo, se intensifica.

2.- DUELO COMPARATIVO

     Esta etapa comienza junto con la rutina. Ya entendimos que bajamos del avión, ya tomamos consciencia de no estar de paso, ya empezamos a ir al ulpán (estudio) de hebreo, nuestros hijos (los que vinimos con ellos) ya empezaron las clases y ya hemos completado nuestros trámites (para ser reconocidos como ciudadanos, para recibir servicios de salud y bancarios). En seis meses llegará el momento de buscar trabajo, porque terminará el ulpán y por ende, el subsidio del gobierno. Empezamos a sentir más las ausencias, a extrañar. Con la nostalgia llega mucho más que el tango, llegan las comparaciones. Todo aquello que en nuestro país de origen nos parecía una porquería y que incluso llegó a ser parte de nuestros argumentos para irnos, empieza en nuestra mente a sufrir una especie de transformación. De golpe, todo lo opaco recibe brillo y esas cosas dejadas atrás con alivio en su momento, se las extraña y nos parecen maravillosas en comparación a donde estamos, donde todo nos parece una porquería y nos preguntamos como un país tan desastroso puede estar entre los primeros del mundo y por qué el país que dejamos atrás que es infinitamente mejor está entre los del tercer mundo. Nos damos cuenta que lo que en un principio nos parecía maravilloso, es todo lo contrario y todo lo vemos negativo.

3.- UNA MOCHILA PESADA

     Esta etapa suele venir de la mano de la anterior. Es la que afecta sobre todo a las parejas. El desarraigo es una mochila dura de llevar y a todos nos afecta al principio (duración de este, indeterminada y según el carácter de cada uno). Quienes vienen solos afirman que es lo más difícil, porque tienen que soportar en soledad tan dura carga. Sin embargo, estar en pareja, no sé si alivia tanto como creen. Soy testigo que aquellas parejas que ya venían con conflictos desde su país de origen, se terminaron separando aquí y aquellas que veníamos más afianzados y sin mayores problemas de pareja, los hemos tenido en esta etapa. Y es que estar acompañado no necesariamente alivia, porque cada uno tiene su propia mochila que cargar y cada uno también espera que el otro le ayude a cargar la propia ¡Pero el otro no puede! Porque está con la propia carga. Y es precisamente ese punto, el que causa el conflicto. Ambos extrañan, ambos tienen nostalgia, ambos sienten incertidumbre por el futuro y temores lógicos ante lo desconocido que está por venir. Cuando la pareja no venía con conflictos previos y hay mucho amor, es posible poner el freno a tiempo y darse cuenta de dónde está el problema para no dejarse arrastrar por él. Si hay parejas que están dispuestos a emigrar pensando que la solución a sus dificultades de pareja estará en un cambio de escenario o de vida, lamento desilusionarlos.

4.- COMENZANDO LA ADAPTACIÓN

    Esta etapa llega sólo si logramos superar con éxito las anteriores y entendemos la necesidad de adaptarnos para poder vivir más tranquilos y felices. De la mano de la decisión de querer lograrlo, llega la comprensión de esas cosas que antes no nos gustaban y que ahora, aunque no lleguen a gustarnos tampoco, somos capaces de comprender y encontrar justificación. Hay pequeños detalles que nos ayudan a sentir y a entender que ya somos parte de la sociedad. Uno de esos detalles, por ejemplo, y que yo recuerdo que hasta sentí emoción, fue votar. Recuerdo que cuando lo hicimos por primera vez ya llevábamos como tres años en el país y estuvimos de acuerdo en que entonces sí, ya podíamos decir que éramos israelíes. Aunque tuviéramos la ciudadanía desde el principio, no era un papel el que nos hacía sentir un ciudadano más, si no saber que estábamos participando de esta sociedad, sentir que estábamos colaborando con nuestro pequeño granito de arena en la toma de decisiones. Empieza una nueva transformación, una visión más equilibrada de lo que nos rodea, donde somos capaces de ver lo bueno y lo malo. También volvemos al equilibrio respecto a nuestro país de origen y entendemos que aquello que vimos opaco antes de dejarlo, realmente es opaco y desluce en comparación al país que adoptamos. Pero también rescatamos cosas que antes no veíamos o nos pasaban desapercibidas cuando vivíamos allí.

5.- LA ADAPTACIÓN

     Cuando aún nos quedan afectos en nuestro país de origen, es normal que aún los extrañemos cada tanto. Claro que nos duele cuando algo le va mal a la tierra que dejamos. Pero ya no estamos tan pendientes de ella. Si además logramos la posibilidad de viajar en algún momento de visita, esa necesidad se vuelve menos imperiosa. Ya no extrañamos los sabores y aromas (que igual disfrutaremos si vamos), porque nos hemos adaptado tanto a los de aquí, que son los que añoramos cuando estamos fuera. Por supuesto que ayuda mucho haber logrado nuevos afectos, sea en tu idioma madre o en el del país de adopción y si encima tenés más familia, bueno, muchísimo mejor. El tiempo que tarda en llegar esta etapa depende de muchos factores, que nos son necesariamente los mismos para cada uno, porque depende mucho de la personalidad y la historia de cada cual. Para mí la mayor señal de adaptación, es algo que me acaba de pasar mientras escribía, que buscando un sinónimo, pensé el equivalente en hebreo antes que en español. Y hay un detalle, que creo que también es de gran ayuda, encontrar la ciudad donde uno se arraiga y siente que es el mejor lugar del país en el que se puede estar.

     Alguna etapa me puedo haber olvidado, los profesionales puede que deseen corregirme y habrá quienes hayan vivido estas etapas quizá en otro orden o de otra manera. Quizá no vivieron todas ellas. Pero seguro que algún punto en común encontramos todos. Y eso, es uno de los puntos que más ayuda a la adaptación, apoyarse en los puntos en común en lugar de en las diferencias.

-Emigrar implica cerrar una puerta para abrir otra, el problema mayor para lograr la adaptación es cuando la puerta que dejamos atrás queda entornada. © Todos los derechos reservados.-

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VIVIR EN ISRAEL

23 domingo Ago 2015

Posted by cindyisrael in Vivencias

≈ 3 comentarios

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amar, AMIA, amor, antisemitismo, aprendizaje, Argentina, camino, crecer, discriminación, dolor, drama, emigración, familia, Gaza, guerra, Hamás, hijos, historia, Israel, misiles, seguridad, terrorismo, terroristas, vida

A raíz de algo que pasó ayer, recordé otro suceso que aconteció hace poco más de un año, en la última guerra entre Hamás e Israel. Algunas mujeres, juzgaron a quienes elegimos venir con nuestros hijos a vivir a Israel como si eso nos transformara en las peores madres del mundo. Y me quedó ese recuerdo dando vueltas en la cabeza. No porque les de la razón o me sienta culpable, en absoluto. Estoy convencida de que habernos venido a vivir acá fue una de las mejores decisiones que mi marido y yo hemos tomado como matrimonio. Realizar semejante juicio es cerrar los ojos a la realidad que nos circunda.

Lo que me quedé pensando es en esas personas, si creerán que donde están viviendo es más seguro por no lloverles misiles. Argentina, junto con Australia, son los lugares del mundo más al sur en el mapa, más abajo, sólo la Antártida. Sin embargo hasta allí, hace poco más de 20 años, también llegó el terrorismo. Y no le pasó sólo a los judíos, porque entre los muertos había gente que sólo pasaba por la vereda. Y si hubiera sido sólo a los judíos qué, ¿debo dejar de pertenecer al pueblo hebreo nada más que para no ofender a unos cuántos? El terrorismo se sigue expandiendo a pasos agigantados, hace rato que ya llegó a Europa y el mundo poco a poco va abriendo los ojos. Demasiado lento y tarde para mi gusto, pero lo hace. Ya no hay lugar del mundo seguro. Muchos lo vimos venir y lo venimos anunciando desde hace algunos años. Pero Europa es lenta, como la tortuga sobre la que antaño creían que se sostenía el mundo.

La verdad es que nadie tiene la vida comprada y que nadie se va antes de su tiempo. Hace poco vi en la televisión un video de un accidente. Un auto perdió el control y se metió en un bar justo por la esquina donde había una mesita a la que había un hombre sentado. Lo podría haber hecho añicos. Sin embargo el hombre se levantó entero, asombrado, mirando sin entender lo que acababa de pasar, sin el más mínimo rasguño. Cuando fue la guerra del 2006, como conté en otras ocasiones, fui parte del 75% de la población de Nahariya que se refugió en ciudades más seguras. A los cinco minutos de haber pasado nosotros por cierta esquina, cayó ahí un misil. ¿Por qué no cayó cinco minutos después o nosotros no pasamos cinco minutos antes? Porque no había llegado nuestra hora. Historias de ese tipo hay muchas, durante la guerra; en accidentes aéreos, donde hay gente que se salvó por retrasarse y perder el avión; en las torres gemelas, con gente que ese día no fue a trabajar…

Una de las cosas que aprendí viviendo en Israel, es a no apresurarme al juzgar a otros. Muchas veces me pregunté cómo podía alguien vivir en tal o cual lugar o casarse con tal o cual persona. Sin embargo, no juzgo. Cuando no entiendo algo, pregunto. Voy a quien lo está viviendo en vivo y en directo. Indago, investigo. Es muy fácil caer en el facilismo del juicio, lleva menos tiempo y trabajo, aunque lastima más a otros y a la corta o a la larga, a uno mismo. Israel es mucho más que un país en guerra, es mi lugar en el mundo, donde he logrado cosas en doce años de vivir aquí que no he conseguido en treinta y cinco de vivir en mi país de origen. Amo a este país que me abrió las puertas y los brazos, que me dio la posibilidad de que mis hijos pudieran crecer y desarrollarse sin faltarles nada, que nos cuida, que avanza y cuya gente es franca y sin doblez. No es perfecto, nadie lo es, tiene defectos que a veces nos hace protestar y quejarnos. Pero así como hago con quienes me rodean, prefiero apoyarme en lo positivo y disfrutar tratando de dar lo mejor de mí cada día porque eso me hace feliz. Y es lo que deseo para mis lectores, una larga vida llena de felicidad.

CORAZÓN ISRAELÍ.-

© Todos los derechos reservados.-

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RECUERDOS LUTHIERANOS

21 viernes Ago 2015

Posted by cindyisrael in Vivencias

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Argentina, Daniel Rabinobich, Daniel Samper Pizano, emigración, Ernesto Acher, España, Gerardo Masana, historia, humor, Israel, Les Luthiers, Madrid, recuerdos, teatro

Como buena fan de Les Luthiers que soy, no podía faltar en mi blog hoy un artículo dedicado a Daniel Rabinobich. Se fue físicamente, pero su humor y su recuerdo quedará para siempre entre los que lo conocimos, lo disfrutamos y nos reímos con él. Gracias a Daniel Samper Pizano quedarán para siempre sus imágenes y anécdotas en nuestra biblioteca y gracias a los videos que grabaron, los CD´s, los archivos de TV y You Tube, lo podremos seguir viendo y escuchando las veces que queramos. 

Cuando era chica, mi tía Iliana me regaló un disco de Les Luthiers para uno de mis cumpleaños. Aún no entiendo cómo supo que me llegarían a gustar tanto. Cuando tenía once años, mi hermana que es unos  tres años y medio mayor que yo, fue a ver a Les Luthiers al teatro con su novio. Mis padres, que querían vigilar a la nena, sacaron entradas para controlarla sin que se diera cuenta. Yo no sé qué tanto disfrutó ese día mi hermana, pero yo me enamoré para siempre de Les Luthiers. Los disfruté muchísimo y estaba maravillada. Luego vino otro disco y como no tenía con quién ir a verlos y por entonces no había Internet, me debía conformar con sus apariciones en la televisión. Nunca me voy a olvidar cómo me reí con el sorpresivo remate del Bolero de los Celos cuando lo vi en la tele por primera vez.

Tenía diecinueve años el tiempo en el que mi marido y yo nos conocimos, él tenía veintiuno. Cuando me llamó para preguntarme si me gustaba Les Luthiers y si quería ir con él a verlos, no lo podía creer y el sí fue rotundo y sin necesidad de pensarlo. Al cumplir un año de novios, el regalo de mi marido fue representarme él solo todos los personajes de Cardoso en Gulevandia a solas. Todavía me río cuando me acuerdo, fue el mejor regalo que podría haberme hecho. Desde entonces no faltamos a ningún espectáculo, si no había plata, íbamos al gallinero, pero íbamos. 

En el 2003 emigramos a Israel. Aunque haya a quien le cueste creerlo, una de las cosas que más me entristeció de dejar Argentina fue pensar que no íbamos a ir al teatro a verlos nunca más. Para entonces habían sacado cinco videos y nos compramos los cinco y emigraron con nosotros. Luego, gracias a You Tube pudimos mantenernos actualizados. Hasta el 2012, que supimos que estarían en España e hicimos todo lo posible por ir. Era la primera vez que los verían en vivo mis hijos, a quienes ya les habíamos enseñado a disfrutarlos con los videos. No sólo eso, en tantos años ¡¡¡FUE LA PRIMERA VEZ QUE LOS VIMOS EN PRIMERA FILA Y EN EL MEDIO!!! No lo podíamos creer, los disfrutamos muchísimo.

Hoy leí que el representante del grupo anunció que seguirán con sus espectáculos. Les Luthiers logró sobrevivir a la muerte de Gerardo Masana y la ida de Ernesto Acher y, aunque esta sacudida es demasiado dura, también lograrán superarlo. Sin olvidar, como nunca olvidaron a Gerardo. Tendrán que reinventarse, readaptarse seguramente, porque no será lo mismo sin Daniel. Imposible olvidar cómo hacía reír al teatro en pleno con sólo aparecer en escena, sin necesidad de hacer nada. Porque era verlo y saber qué podíamos esperar de él.

Claro que duele que Daniel Rabinobich haya fallecido, mucho. Pero su recuerdo, tan ligado a nuestra propia historia, quedará para siempre. Porque como dijo mi marido hoy: es que nosotros crecimos con ellos.

A punto de ver a Les Luthiers en un teatro de Madrid, España.

A punto de ver a Les Luthiers en un teatro de Madrid, España. 

© Todos los derechos reservados.-

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ES CULTURAL

08 lunes Dic 2014

Posted by cindyisrael in Vivencias

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adaptación, Argentina, cultura, cultural, emigración, emigrar, inmigración, inmigrante, Israel, justificación, mentalidad, mirada, visión

Nos ha pasado a todos los inmigrantes, quien más quién menos, todos tuvimos nuestro choque cultural cuando llegamos al nuevo país adoptado. Hasta donde he podido observar, quienes llegan con la idea firme de que sea algo temporal, les cuesta más adaptarse que aquellos que llegan dispuestos a encontrar su lugar en el mundo y un cambio de vida. Nosotros hemos pasado por las dos etapas. En un principio pensamos que vendríamos sólo por unos cinco años, cosa de salir de la crisis, y volveríamos. Mientras eso creíamos, todo lo que observábamos nos parecía negativo, deslucía frente a lo que conocíamos y sentíamos como parte de nuestra identidad argentina. No pasó mucho tiempo, cuando nos dimos cuenta que este era nuestro lugar y que no íbamos a volver, por mucho que quisiéramos a nuestro país de origen y que extrañáramos mucho y a muchos. A partir de ese momento, de esa convicción, nuestra mente hizo un click. Empezamos a entender que vivíamos insertos en una cultura diferente, que los extranjeros éramos nosotros y que no podíamos esperar que todo un país se adaptara a nuestra cultura, si no más bien, debíamos procurar que pasara todo lo contrario. Empecé a entender muchas actitudes de los israelíes que en un primer momento me disgustaban y hasta les encontré justificación. Me permití conocerlos más. Entonces, en el 2006 nos envolvió la guerra, y confirmé algo que yo ya venía observando, y es el enorme corazón del israelí, su solidaridad, y me enamoré aún más de este pueblo y supe que con guerra y todo, había llegado a mi lugar en el mundo.

Esta semana, leí una frase de Golda Meir que dice que nadie sabe qué tan fuerte es, hasta que ser fuerte es la única opción posible (no es sic). Todo inmigrante sabe eso, pero quienes elegimos pueblos que viven algún duro conflicto de manera constante, aún más. Esa fortaleza, es cultural ya en Israel, es parte arraigada de su gente. La sensación de lo efímero de la vida, de que la muerte puede estar a la vuelta de la esquina, en la pizzería donde te sentás a comer con tu familia, en el autobús que tomás rumbo a tu trabajo o en la sinagoga a la que vas a rezar pidiendo un poco de paz para tu pueblo, hace del israelí un ser impaciente. Sienten que no tienen tiempo para perder y por eso es tan difícil que respeten turnos o lugares en las filas. El saber lo importante del contar con los demás en los tiempos de conflictos, los hacen abrir las puertas de su casa con liberalidad y ser capaces de compartir todo con los demás. Es cultura. Una cultura basada en las vivencias de un país que siempre ha debido luchar para sobrevivir, desde su fundación.

He leído a otros inmigrantes, en otras partes del mundo, quejarse por cosas que para quienes vivimos en Israel nos parecen nimiedades. Claro que puedo entender a pesar de ello. Pero me queda claro que esas quejas vienen de la mano de la falta de adaptación. Como inmigrante he aprendido que no importa cuan amigable sea o no el entorno, qué tan solos o acompañados estemos, tiene mucho que ver con nuestra actitud personal y nuestra decisión. A partir del momento en el que decidimos que queremos poder vivir adaptados al país elegido, nuestra visión y nuestra mente empiezan a transformarse y todo nos resulta más aceptable, aunque hayan cosas que tardemos más en entender, debemos comprender que todo tiene un por qué y que a nosotros mismos nos corresponde encontrarlo.

08 de diciembre de 2014.

ISRAEL, ALLÁ VAMOS!!!!!

-Volando hacia Israel en febrero del año 2003, cuando emigramos. © Todos los derechos reservados.-

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