Mañana a la noche comenzará Pesaj (conocida como la Pascua Judía). Antes de la cena tradicional de cada año, recordaremos una vez más que fuimos esclavos de Egipto y Elohim (D´s), a través de Moisés, nos liberó. Cada año repetimos la historia, a pesar de que ya pasaron tantos años.
Está próximo también el recordatorio de la Shoá (Holocausto perpetrado por los nazis). Cada año desde entonces, recordamos a las víctimas, los sobrevivientes (muchos de ellos aún vivos) y la barbarie perpetrada. Ya pasaron muchos años, tenemos nuestra patria y lo seguimos recordando año tras año.
Hace poco festejamos Purim, la fiesta en la que celebramos haber vencido a nuestros enemigos cuando Esther era reina y por causa de Amán se había decidido autorizar legalmente el asesinato de judíos. Pasó hace muchísimos años, pero año tras año llegada esa fecha en los templos se relee la historia del libro de Esther.
¿Por qué el pueblo judío tiene la costumbre de recordar estas y otras cosas? Una vez leí a un escritor judío, no me acuerdo si no fue Peretz, que decía que un pueblo sin historia es un pueblo sin memoria. Y estoy totalmente de acuerdo con él. Pero para qué necesitamos la memoria. Muchos no judíos ven a los judíos como un pueblo con delirio de persecución, que le gusta ser víctima y anda tratando de dar lástima llorando por los rincones. Piensan eso, porque no entienden.
Los judíos no recordamos nuestras persecuciones para dar lástima, si no para que cada cosa que recordamos sirva como aprendizaje, para enseñarles a las nuevas generaciones que no se puede permitir que vuelva a ocurrir, para aprender de nuestros propios errores.
Mañana recordaremos que fuimos libertados de Egipto ¿y cómo llegamos ahí? No siempre fuimos esclavos de Egipto, también de ellos recibimos mucha bendición. José fue vendido por diez de sus once hermanos como esclavo, porque uno de ellos tuvo esa idea, ya que el resto lo quería matar. Elohim le había mostrado en sueños su futuro a José y él le contó a sus hermanos los cuales creyeron que lo hacía por engreimiento, le tuvieron celos y envidia, encima José era el preferido de Yacob (Israel). Llegó a Egipto como esclavo y la mujer dueña de la casa en la que trabajaba intentó seducirlo, José se negó y ella empezó a gritar diciendo que él había querido abusar de ella. José terminó preso. Allí demostró su habilidad para interpretar sueños (regalo de Elohim sin duda) y gracias a eso fue llevado ante el Faraón para que interpretara los famosos sueños de las vacas gordas y flacas y las espigas de grano. Gracias a eso, José terminó como segundo de Faraón. Luego sus hermanos que tenían hambre llegaron a buscar comida desde su tierra. José los reconoció, ellos a él no. Pero finalmente José se descubre ante ellos, los perdona, les muestra todo su cariño y los hace subir de su tierra para protegerlos y que nada les falte. Obviamente este es un resumen, sin muchos detalles, para que se entienda lo que sigue.
Pasaron muchos años desde aquel tiempo hasta la liberación del pueblo. Cuando ya no estaba José para protegerlos, ya se habían adaptado a ese país. Se habían asimilado, tomado algunas de las costumbres de la tierra y aprendieron incluso a adorar a sus dioses. Cuando el pueblo de Israel es finalmente liberado, pasan 40 años dando vueltas por el desierto para renovar la generación. Recuerden el becerro de oro, eso era una demostración de que la gente se había asimilado de tal manera que habían aprendido a adorar sólo aquello que podían ver. Para que aprendieran a conocer y respetar a Elohim hizo falta renovar la generación.
En una charla dada hace poco por un rabino al que ya hice referencia en otra nota, él dijo algo que me gustó. Pesaj no es una simple fiesta de liberación como muchos creen, es una fiesta de redención. Dice la Real Academia Española:
redimir.
(Del lat. redimĕre).
1. tr. Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio. U. t. c. prnl.
2. tr. Comprar de nuevo algo que se había vendido, poseído o tenido por alguna razón o título.
3. tr. Dicho de quien cancela su derecho o de quien consigue la liberación: Dejar libre algo hipotecado, empeñado o sujeto a otro gravamen.
4. tr. Librar de una obligación o extinguirla. U. t. c. prnl.
5. tr. Poner término a algún vejamen, dolor, penuria u otra adversidad o molestia. U. t. c. prnl.
Podríamos tomar la definición 5, la 4 o la 1. Pero ahí tenemos un problema ¿cuál fue el precio pagado y quién lo pagó? Parecería extraño que los egipcios pagaran el precio para liberar al pueblo que ellos mismos mantenían esclavos, y sin embargo de alguna manera así fue. Pagaron el precio padeciendo las plagas que Elohim les impuso y luego dando sus joyas y bienes de valor al pueblo para que se fueran. Decir que fue una liberación, es como creer que el Faraón los dejó ir de buen grado y en primera instancia, y no fue así. Egipto tuvo que padecer mucho para entender. Y el pueblo una vez liberado, también.
Cada año contamos la historia, con la convicción de ser ya libres y sin embargo yo no estoy tan convencida de ello. Claro, la situación no es la misma, pero el dolor sí se repitió y se sigue repitiendo, porque a pesar de recordar nuestra historia, parecería que nada aprendemos de ella.
En Argentina:
*en una sinagoga, robaron la mezuzá (ese tubito que muchos ven en las puertas de sinagogas y casas judías) y pusieron una garrafa de gas en la puerta que pudo ser controlada a tiempo, casi nadie se enteró.
*Un senador oficialista hizo una diferenciación entre argentinos argentinos y argentinos judíos. Aún sigue en su puesto, nadie hizo nada al respecto y lo tomaron como un hecho aislado.
*En una localidad de Entre Ríos una funcionaria de la sección de imprenta del municipio imprimió en las boletas municipales la leyenda: haga patria mate a un judío. La responsable fue echada, suficiente, echamos tierra al asunto no vaya a ser que sepamos de dónde vino la orden o quién más está implicado. Y lo peor, que alguien sienta la suficiente seguridad para imprimir algo así, es porque se siente habilitado para hacerlo y si es el caso la pregunta es cómo es posible.
Todos ven estos hechos, y otros de los que quizá no me haya enterado, como hechos aislados, situaciones sin mayor importancia. Muchos judíos alemanes que terminaron en campos de concentración, tampoco interpretaron como graves las primeras señales. Eran hechos aislados, nada que representara a su sociedad, hasta que ya era demasiado tarde para escapar del error. Hace unos días, en medio de la discusión de un evento, un ignorante me dijo que lo de la AMIA le pasó sólo a los judíos y que el gobierno no tiene por qué hacerse cargo, ya que no son argentinos. Y habrá quien me diga que se trata sólo de un ignorante, lo preocupante es que hay muchos como él, incluso en el propio gobierno (si no miren al senador). La sociedad argentina nunca terminó de ver al judío como un argentino más, más bien los veía como argentinos por adopción, como extranjeros que habitan en sus tierras y en el mejor de los casos al que también hay que respetar y amar. Pero es algo instalado en la sociedad argentina, aunque no todos sean conscientes de ello.
Queridos amigos, es hora de despertar, de entender que los judíos argentinos también necesitan su liberación, su redención. Algunos ya pagamos el precio, otros aún les toca hacerlo antes de que el precio a pagar sea demasiado caro e imposible. No permitan que los discriminen, que los humillen, que los maltraten. No permitan estos «hechos aislados» que no ocurren porque sí. Recuerden mañana en el seder, que la idea de recordar la historia, es para que no se vuelva a repetir.

Esta tarjeta de felicitación de año nuevo, fue resultado de un concurso realizado por la comunidad de Benei Tikvá y ganado por Viviana Casabé cuando tenía 16 años. Vivi fue una de las víctimas del atentado a la AMIA y amiga mía en la adolescencia. © Todos los derechos reservados.-
24 de marzo de 2013
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