• Inicio
  • CONTACTO
  • Sobre Mí
  • Cuentos Breves
  • Vivencias
  • Libros
  • Notas
  • TANAJ
  • Cuentos de LA Ventana
  • בעברית

FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

FILOIDEAS

Archivos de etiqueta: inmigrantes

ESTILO INMIGRANTE

12 viernes May 2017

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

≈ 2 comentarios

Etiquetas

antisemitismo, Argentina, ayuda, Buenos Aires, crisis, familia, inmigrantes, Israel, matrimonio, odio, pareja, solidaridad

    En Israel hay una hermosa costumbre. Cuando alguien cambia sus muebles o sus aparatos electrónicos, saca los anteriores a la calle para que pueda levantarlos aquel a quien les sirva. Hacen lo mismo con ropa, zapatos, bolsos, mochilas y valijas de viaje que ya no usan. Para todo lo relacionado con lo eléctrico hay un código, si ya no tiene arreglo posible se le corta el cable y así todos sabemos que quien debe llevárselo es el basurero. De esta manera, casi todos (pongo el casi por no ser absolutista pero no estoy segura de que no sobre) los que hemos llegado a Israel entre los años 2001 y 2003 empujados por las crisis argentina y uruguaya, nos hemos provisto de todo lo necesario y que nos faltaba. En nuestro caso, por ejemplo, nos abastecimos con: el microondas, la mesa del comedor diario, el escritorio de mi hijo menor y el ténder. Otras cosas, sabiendo que éramos recién llegados y que nos faltaban,  algunos prefirieron avisarnos antes de sacarlas a la calle y dárnoslas a nosotros. Así adquirimos: el modular enorme del living de origen italiano, la cama, el colchón, la cama de mi hijo mayor, la mesita ratona, los sofás y las sillas del comedor diario. Por eso, salvo que alguien haya podido renovar su mobiliario, es normal entrar a la casa de un inmigrante y encontrar variedad de estilos y colores. Creo que podríamos decir que hemos inventado un estilo propio, el estilo inmigrante. La historia que les voy a contar está basada en esto mismo que escribí a modo de preámbulo. Nunca ocurrió y muy probablemente no existan sus protagonistas.

    Filomena no era judía, es más, antes de conocer a su marido que sí lo era, era antisemita. De hecho nunca dejó de serlo y al único judío que no odiaba era a su cónyuge. Jamás soportó estar cerca de su familia política y, con artimañas, logró mantenerlos separados. Pero llegó la crisis del 2001, a él lo despidieron del trabajo y lo que ella ganaba no alcanzaba ni para los fideos diarios del mediodía. Supieron que Israel estaba dando ayudas especiales a los judíos afectados por la crisis y que decidían emigrar a sus tierras. A Filomena la idea no le gustaba ni medio, pero sin dinero ni visa alguna, no iban a llegar muy lejos a ninguna parte, así que no le quedó más remedio que aceptar. Para poder sobrevivir los días previos a viajar, vendieron todo lo que tenían: auto, muebles y hasta el lavarropas que ya tenía sobre él como cuatro arreglos. Llegaron como muchos otros al centro de absorción, que es un lugar donde le dan una vivienda por unos meses hasta que puedan ubicarse y encontrar algo propio. Su marido se adaptó rápidamente y tenía facilidad para aprender idiomas, así que antes de lo esperado había conseguido trabajo y pudieron mudarse. Claro, en el Centro de Absorción estaban equipados con lo que les dan allí, pero eso no se los podían llevar porque debía quedar para los siguientes inmigrantes ¿cómo equipar la nueva vivienda? Un vecino les regaló un colchón que ya no usaba y estaba como nuevo, para que al menos tuvieran dónde acostarse la primer noche. Pronto todos los vecinos se enteraron. Uno les dio la cama, otro les dio un televisor que había sido de su madre ahora fallecida y ya no necesitaba, la del piso de abajo les dio el felpudo de entrada y hasta la conserje les regalo un juego de platos y cubiertos. Compraban la comida del día, hasta que el jefe del esposo renovó su heladera y les dio la que ya no necesitaba. Poco a poco, entre tantos regalos y lo que fueron encontrando, tuvieron una de las casas mejor equipadas del vecindario. Su marido se sentía agradecido y feliz, tenía la esperanza de que Filomena cambiara su posición respecto a los judíos y a Israel luego de haber sido tan bien recibidos. Pero se equivocó. Su mujer armó un blog donde colocaba fotos de Israel y comentaba sobre su experiencia en el país. Él no sabía de dónde su mujer tenía tanto odio y cómo era posible que hasta lo más positivo que les ocurriera, ella lo transformara en algo malo y humillante. Escribió por ejemplo: » nunca imaginé que irnos del país que nos vio nacer fuera para transformar nuestras vidas de manera tan deplorable. Para vivir como una pordiosera, no necesitaba venirme tan lejos de mis seres queridos». Sus «seres queridos» les dieron la espalda cuando no tenían ni para comer, Nadie los acogió en su casa sabiendo que ya no les quedaba dinero para pagar el alquiler y si no hubiera sido por lo rápido que se movió la Agencia Judía, probablemente tendrían que haber ido a vivir abajo de un puente. Pero Filomena no contaba eso. En sus escritos destilaba tanto odio y dolor, que su familia, espantada, empezó a insistir que regresaran. Nada hubiera ella querido más que eso, pero las condiciones no estaban dadas. Mientras tanto, cada día, horadaba el cerebro de su marido para que ahorraran para volver. Cuando lograron, endeudándose, ahorrar un poco de dinero y vendiendo nuevamente todo lo que tenían (y que a ellos se los habían regalado) al fin se salió con la suya. Sin que sus frentes llegaran a marchitarse, volvieron a su Buenos Aires querido. Ninguno de los parientes que les insistió que volvieran los ayudó, sólo la familia de él y dándoles alojamiento en un departamento de un ambiente que tenían vacío, sin amueblar y teniendo que dormir en el piso. Su esposo añora su vida en Israel y cuando lo menciona, ella responde: al menos acá no somos mendigos. Su esposo no aguantó más, se separó y se volvió a Israel. A los pocos meses, Filomena llamaba a su puerta y nunca más volvió a Argentina.

DSC_0790

-Mi Buenos Aires Querido-

© Todos los derechos reservados.-

Comparte esto:

  • Tweet
  • Correo electrónico
  • Compartir en Tumblr
  • Más
  • Telegram
  • WhatsApp

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

LA DIGNIDAD DEL INMIGRANTE

16 lunes Ene 2017

Posted by cindyisrael in Notas

≈ Deja un comentario

Etiquetas

comportamiento, conducta, consecuencia, consecuente, dignidad, digno, inmigración, inmigrante, inmigrantes, moral, mundo, origen, país, sociedad, vida

dignidad

Del lat.dignĭtas, -ātis.

1. f.Cualidad de digno.

          Esta definición, nos deja como estábamos, busquemos entonces qué es digno:

 

digno, na

Del lat.dignus.

1. adj.Merecedor de algo.

2. adj.Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo.

3. adj.Que tiene dignidad o se comporta con ella.

4. adj.Propio de la persona digna.

5. adj.Dicho de una cosa: Que puede aceptarse o usarse sin desdoro. Salario digno. Vivienda digna.

6. adj.De calidad aceptable. Una novela muy digna.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

     Y para terminar de aclarar, veamos cómo define la RAE desdoro:

De desdorar.

1. m.Menoscabo en la reputación o el prestigio.

2. m.Cosa que causa desdoro.

     Habiendo aclarado conceptos, ya puedo empezar a desarrollar mi punto de vista. En lo que nos atañe al inmigrante ¿qué sería dignidad? Pues depende desde qué punto de vista lo miremos. Si nos referimos a derechos del inmigrante, tendrá que ver con la acepción 5. Pero para tener ese derecho, entiendo yo, hay que tener una conducta que lo amerite, es decir, ser capaz de comportarse con dignidad. Y ahí ya incluimos las definiciones de la 1 a la 3. 

     La conducta digna no se limita a reclamar lo que considera que debe recibir, sino que es una forma de manejarse en la vida en la que se muestra o intenta una persona mostrarse como ejemplo a su comunidad. Una persona que se conduce dignamente es una persona honrada, con valores morales que respeta y obra en consecuencia. 

     Los inmigrantes que llegamos a Israel entre los años 2001 y 2003 recibimos muchas ayudas y beneficios. Algunos ya existían antes para todos los inmigrantes, otros lo recibimos extra por la situación de crisis de Argentina a la que habíamos escapado. Entre esos beneficios, teníamos un dinero que se nos depositaba mensualmente en nuestra cuenta para vivir y que no tuviéramos que trabajar mientras nos dedicábamos a aprender el idioma hebreo (lo cual también nos era pagado por el estado). Hubo un mes (y no recuerdo si no fueron dos) que no se nos pagó un centavo por causa de una huelga. Se nos hizo muy difícil vivir esos días. Sin embargo, a ninguno de los inmigrantes afectados se nos ocurrió salir a reclamar cortando rutas, quemando, rompiendo ni exigiendo nada.

     En Buenos Aires hay inmigrantes que han recibido ayudas estatales, incluso algunos que siendo ilegales nadie los ha perseguido ni deportado. Pese a todo, tratando de ayudarlos y para que puedan vivir con dignidad sin afectar negativamente la vida del resto de la sociedad, se les ha ofrecido una ayuda por parte del gobierno. Cursos de capacitación y un lugar donde poder vender su mercadería que hasta el momento vendían sobre mantas en la calle. Algunos aceptaron, otros optaron por reclamar causando daños a la ciudad que todos sus habitantes deberán pagar. 

     Tanto los inmigrantes de Argentina como los que estamos en Israel habiendo venido en los años que comenté más arriba, entiendo que lo que buscábamos era una mejor vida que no teníamos en nuestros países de origen. Buscamos salir adelante y un futuro para nuestros hijos. Cuando vivía en Argentina, jamás se me ocurrió reclamar lo que como ciudadana me correspondía quemando llantas, cortando calles y rutas. Supongo que esos inmigrantes que lo hacen en Argentina, tampoco reclamaron de esa manera en sus países de origen ¿Por qué entonces hacerlo así en un país que te abrió las puertas, te ofrece la ayuda que no te dio tu propia patria ni ese mismo país se la dio a sus propios ciudadanos allí nacidos?

     Cuando reclamamos un trato digno, debemos estar seguros de estar comportándonos con la dignidad que merece nuestra queja. Y tenemos que ser consecuentes con nuestros actos. Si cambiamos nuestra conducta respecto a cuando vivíamos en nuestro país de nacimiento, debe ser para mejorar, no para volvernos igual que bestias salvajes.

     Como inmigrante que soy, se imaginan, de ninguna manera se trata de xenofobia. Todos tenemos derecho a querer mejorar nuestra calidad de vida en nuevos horizontes. Pero eso no significa que por miedo a ser tratados de xenófobos, permitamos conductas inapropiadas y delictivas. Ni de parte de los oriundos del lugar, ni de los extranjeros. Tampoco se trata de coartar la libertad de expresión. Pero hay maneras y maneras de expresarse y no podemos utilizar la bandera de la libertad para hacer daño y tratar de evitar las consecuencias que eso conlleva.

     Por supuesto que los inmigrantes tenemos derecho a una vida y un salario dignos, tanto derecho como el que tienen los nacidos en el país que nos alojó. La dignidad no puede ser nunca derecho de un sólo grupo; la responsabilidad de merecerla, tampoco.

dsc_0646bcma

-Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, España- © Todos los derechos reservados.-

Comparte esto:

  • Tweet
  • Correo electrónico
  • Compartir en Tumblr
  • Más
  • Telegram
  • WhatsApp

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

CRÓNICA DE UNA EMIGRACIÓN NO ANUNCIADA

03 viernes Jun 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

≈ Deja un comentario

Etiquetas

aeropuerto, aliá, ben gurión, casa, expectativas, inmigración, inmigrantes, Israel, kibutz, llegada, monoambiente, recepción, recibimiento, sorpresa, valijas

   -Introducción-     

     Cumplí mis dieciocho años en Israel, en medio de una estadía de dos meses. Me volví a Argentina asegurando que Israel era un país muy interesante para conocer y pasear, pero que de ninguna manera viviría allí.

     A los 35 años recién cumplidos, con un hijo de ocho años y otro a dos meses de cumplir los cuatro, estaba despidiéndome de mi padre, su mujer, un primo y una pareja de amigos con su hija mayor que habían ido al aeropuerto. Yo sabía que después de tantos años me iba a encontrar un país muy cambiado (hasta el gobierno era de una tendencia completamente opuesta), pero jamás me imaginé que todo me asombraría y me maravillaría tanto como si llegara por primera vez. Supongo que en parte porque mi propia situación era completamente distinta y los años y la madurez nos enseñan a ver las cosas desde otra perspectiva. Cuando partimos hacia nuestro nuevo hogar, lo hicimos con mucho dolor, angustia, esperanzas, inquietud, ilusión e ingenuidad. Esto último, en parte, porque nos habían dicho que aquí necesitaban ingenieros mecánicos y como sabíamos que los ingenieros mecánicos argentinos estaban muy bien valorados, nos imaginamos casi que en el mismo aeropuerto estarían muchísimas empresas rogándole a mi marido que aceptara el trabajo que le ofrecían con excelentes condiciones. Por supuesto que estoy exagerando, pero la verdad es que nos imaginamos que sería mucho más sencillo para él, que le bastaría con aprender el idioma y listo. La realidad suele pegarnos muy duro y es muy doloroso cuando nos damos cuenta y tomamos conciencia que todo aquel bagaje que traíamos con nosotros de experiencia y conocimientos es como si no existiera y debemos empezar casi de cero ¡A nuestra edad!

     Nuestra primer sorpresa fue en el aeropuerto, donde en una sala en la que recibíamos nuestra documentación de inmigrantes para poder empezar a movernos legalmente en el país, nos esperaba: un primer dinero para los primeros gastos que se nos presentaran, comida y bebida gratis, golosinas para los chicos y un teléfono completamente gratuito para que quienes teníamos familia o amigos en el país pudiéramos anunciarles nuestra llegada. La siguiente sorpresa fue verificar que a pesar de que nuestras maletas habían estado durante horas dando vueltas solas a la espera de ser recogidas, nadie se las había robado. En el estacionamiento del aeropuerto nos esperaban los trasportes que nos trasladarían a nuestro destino. Nosotros fuimos los últimos en llegar cerca de las dos de la mañana.

     A pesar de la hora, en el kibutz en el que moraríamos durante nuestro primer año, nos esperaba despierto un argentino encargado de recibirnos y que vivía en Israel desde la fundación del estado. En la puerta de nuestra nueva vivienda había un cartel de bienvenida. Estábamos tan cansados, que hasta que la mencionada persona no empezó a hablar y a decirnos que era una vivienda provisoria, ni nos dimos cuenta que se trataba de un solo ambiente que hacía a la vez de habitación matrimonial, habitación infantil, living, comedor diario y cocina. Dicho así da la sensación de que a pesar de ser un solo ambiente era enorme, pero nada más lejos de la realidad, no pasaba de los cuatro por cuatro metros. La felicidad de haber llegado y empezar una nueva vida, la sensación de que aún no habíamos bajado del avión y la sorpresa de haber sido recibidos con algunos alimentos esperándonos (queso blanco, fruta, pan, leche, etc.) hizo que en primera instancia le restáramos importancia. Sólo queríamos dormir, descansar del viaje y todo nos parecía perfecto.

Y NOS DIERON LA BIENVENIDA.-

-Mis hijos en la puerta de la primer casa que tuvimos en el kibutz. © Todos los derechos reservados.-

*Escrito en el año 2011 en Nahariya, Israel (nosotros emigramos en el año 2003).

Comparte esto:

  • Tweet
  • Correo electrónico
  • Compartir en Tumblr
  • Más
  • Telegram
  • WhatsApp

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Member of The Internet Defense League

BUSCADOR

Blog de WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • FILOIDEAS
    • Únete a 54 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • FILOIDEAS
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...
 

    A %d blogueros les gusta esto: