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FILOIDEAS

~ Mis opiniones, ideas y cuentos escritos en Israel

FILOIDEAS

Archivos de etiqueta: solidaridad

Coronavirus y otras yerbas relacionadas

24 martes Mar 2020

Posted by cindyisrael in Notas

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Etiquetas

contagio, coronavirus, covid19, muerte, QuedateenCasa, responsabilidad, solidaridad, virus, YoFotografíoenCasa, YomeQuedoenCasa

Hace ya cerca de un mes, sino más, que Israel impidió arribar a nuestro país a turistas chinos. Fue muy criticado por ello, pero cuando leí los motivos me pareció sensato y me sentí agradecida de que se nos cuidara. Para entonces también a todos los que llegaban de Europa y Asia se los mandaba automáticamente a una cuarentena de 14 días. Poco después escuché a una doctora argentina que trabaja en puestos de salud muy importantes en Israel, explicar lo poco que se sabía hasta el momento. Aclaró que la mortandad era baja pero el problema estaba en la facilidad y rapidez de contagio, pudiendo llegar de esa manera con facilidad a los grupos de riesgo. También contó que Israel ya estaba trabajando en una vacuna, que estimaban que estaría en cuatro o cinco meses, pero que si conseguían inversores estaría antes y eso es lo que esperaban. Aún ni los médicos sabían mucho sobre este virus, las medidas para intentar atajarlo se implementaron con rapidez y se iban mejorando y ajustando cada día, aún ocurre.
Al principio nos decían que nos laváramos mucho las manos con jabón y nos desinfectáramos con alcohol, que guardáramos un mínimo de un metro de distancia, que los que podían trabajar desde sus casas lo hicieran, que tratáramos de salir lo menos posible y que no nos podíamos juntar más de 100 personas. Luego la distancia aumentó a dos metros, la cantidad de gente que nos podíamos reunir disminuyó a 10 como máximo, cerraron bares y restaurantes y nos dijeron que sólo saliéramos de casa para lo indispensable. Hace un par de días disminuyó el transporte. Los autobuses cancelaron el 50% de sus líneas de servicio y los trenes comenzaron a funcionar sólo uno cada hora. Casi desde el principio, poco después, la policía comenzó a controlar que los que debían estar en cuarentena la estuvieran cumpliendo. Actualmente la orden de quedarnos en las casas se recrudeció. Y a mí me parece bien.
Lamento mucho que haya gente que no entienda. No es que debamos tener miedo de morirnos todos. Eso que muchos utilizan para decir que se está generando alarmismo es una falacia. El problema es como decía la doctora argentina que mencioné más arriba, que el contagio es incontrolable, rápido y extendido. Todos nos podemos contagiar e incluso ser asintomáticos y ser un vehículo de contagio para gente que esté dentro de algunos grupos de riesgo. Puede ser tu padre, tu madre, tus abuelos e incluso tu pareja o tus hijos. Es doloroso escuchar o leer a unos cuantos ignorantes que dicen que sólo se mueren los ancianos. Edad a la que todos llegaremos si no nos morimos antes por algún motivo, aunque no sea el coronavirus. Y cuando eso ocurra, todos querremos que se respete nuestro derecho a una vida digna y plena. Personas gracias a las cuales nosotros estamos en esta vida y hay quienes no lo entienden y les pagan con desprecio. Pero es que además no es cierto que sean los únicos que se puedan morir, ya ha muerto gente más joven. Y, al menos hasta ayer, estaba muy grave un bebé recién nacido que nació prematuro y había sido contagiado por personal del hospital que no sabía que tenía el virus.
He leído a mucha gente egoísta, demasiada, que protestan por: tener que estar encerrados, porque se aburren, porque después de haber estudiado mucho les posponen exámenes... ¿Cuánto vale la vida de tus seres amados, la de tus vecinos, o incluso la de esos profesores que deberían tomarte los exámenes? Si te aburrís en casa, es el momento de ejercitar la solidaridad y de desarrollar tu creatividad. Cada uno dentro de sus posibilidades. Por ejemplo: #YoFotografíoenCasa. Busco dentro de mi casa esas cosas y rincones a los que nunca les había prestado atención, encuentro formas de hacer fotos divertidas o simplemente presto más atención a qué hay del otro lado de mi ventana. Estoy segura que todos pueden encontrar maneras creativas de pasar el tiempo, pueden empezar pensando en cuáles.
Es importante que todos entiendan que no es una simple gripe, que quedarse en casa no es un capricho de las autoridades de cada país ni de los sanitarios, es una responsabilidad de cada uno. Porque cuidándote a vos, nos cuidás a todos. Sé solidario, cuidate.

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ESTILO INMIGRANTE

12 viernes May 2017

Posted by cindyisrael in Cuentos Breves

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antisemitismo, Argentina, ayuda, Buenos Aires, crisis, familia, inmigrantes, Israel, matrimonio, odio, pareja, solidaridad

    En Israel hay una hermosa costumbre. Cuando alguien cambia sus muebles o sus aparatos electrónicos, saca los anteriores a la calle para que pueda levantarlos aquel a quien les sirva. Hacen lo mismo con ropa, zapatos, bolsos, mochilas y valijas de viaje que ya no usan. Para todo lo relacionado con lo eléctrico hay un código, si ya no tiene arreglo posible se le corta el cable y así todos sabemos que quien debe llevárselo es el basurero. De esta manera, casi todos (pongo el casi por no ser absolutista pero no estoy segura de que no sobre) los que hemos llegado a Israel entre los años 2001 y 2003 empujados por las crisis argentina y uruguaya, nos hemos provisto de todo lo necesario y que nos faltaba. En nuestro caso, por ejemplo, nos abastecimos con: el microondas, la mesa del comedor diario, el escritorio de mi hijo menor y el ténder. Otras cosas, sabiendo que éramos recién llegados y que nos faltaban,  algunos prefirieron avisarnos antes de sacarlas a la calle y dárnoslas a nosotros. Así adquirimos: el modular enorme del living de origen italiano, la cama, el colchón, la cama de mi hijo mayor, la mesita ratona, los sofás y las sillas del comedor diario. Por eso, salvo que alguien haya podido renovar su mobiliario, es normal entrar a la casa de un inmigrante y encontrar variedad de estilos y colores. Creo que podríamos decir que hemos inventado un estilo propio, el estilo inmigrante. La historia que les voy a contar está basada en esto mismo que escribí a modo de preámbulo. Nunca ocurrió y muy probablemente no existan sus protagonistas.

    Filomena no era judía, es más, antes de conocer a su marido que sí lo era, era antisemita. De hecho nunca dejó de serlo y al único judío que no odiaba era a su cónyuge. Jamás soportó estar cerca de su familia política y, con artimañas, logró mantenerlos separados. Pero llegó la crisis del 2001, a él lo despidieron del trabajo y lo que ella ganaba no alcanzaba ni para los fideos diarios del mediodía. Supieron que Israel estaba dando ayudas especiales a los judíos afectados por la crisis y que decidían emigrar a sus tierras. A Filomena la idea no le gustaba ni medio, pero sin dinero ni visa alguna, no iban a llegar muy lejos a ninguna parte, así que no le quedó más remedio que aceptar. Para poder sobrevivir los días previos a viajar, vendieron todo lo que tenían: auto, muebles y hasta el lavarropas que ya tenía sobre él como cuatro arreglos. Llegaron como muchos otros al centro de absorción, que es un lugar donde le dan una vivienda por unos meses hasta que puedan ubicarse y encontrar algo propio. Su marido se adaptó rápidamente y tenía facilidad para aprender idiomas, así que antes de lo esperado había conseguido trabajo y pudieron mudarse. Claro, en el Centro de Absorción estaban equipados con lo que les dan allí, pero eso no se los podían llevar porque debía quedar para los siguientes inmigrantes ¿cómo equipar la nueva vivienda? Un vecino les regaló un colchón que ya no usaba y estaba como nuevo, para que al menos tuvieran dónde acostarse la primer noche. Pronto todos los vecinos se enteraron. Uno les dio la cama, otro les dio un televisor que había sido de su madre ahora fallecida y ya no necesitaba, la del piso de abajo les dio el felpudo de entrada y hasta la conserje les regalo un juego de platos y cubiertos. Compraban la comida del día, hasta que el jefe del esposo renovó su heladera y les dio la que ya no necesitaba. Poco a poco, entre tantos regalos y lo que fueron encontrando, tuvieron una de las casas mejor equipadas del vecindario. Su marido se sentía agradecido y feliz, tenía la esperanza de que Filomena cambiara su posición respecto a los judíos y a Israel luego de haber sido tan bien recibidos. Pero se equivocó. Su mujer armó un blog donde colocaba fotos de Israel y comentaba sobre su experiencia en el país. Él no sabía de dónde su mujer tenía tanto odio y cómo era posible que hasta lo más positivo que les ocurriera, ella lo transformara en algo malo y humillante. Escribió por ejemplo: » nunca imaginé que irnos del país que nos vio nacer fuera para transformar nuestras vidas de manera tan deplorable. Para vivir como una pordiosera, no necesitaba venirme tan lejos de mis seres queridos». Sus «seres queridos» les dieron la espalda cuando no tenían ni para comer, Nadie los acogió en su casa sabiendo que ya no les quedaba dinero para pagar el alquiler y si no hubiera sido por lo rápido que se movió la Agencia Judía, probablemente tendrían que haber ido a vivir abajo de un puente. Pero Filomena no contaba eso. En sus escritos destilaba tanto odio y dolor, que su familia, espantada, empezó a insistir que regresaran. Nada hubiera ella querido más que eso, pero las condiciones no estaban dadas. Mientras tanto, cada día, horadaba el cerebro de su marido para que ahorraran para volver. Cuando lograron, endeudándose, ahorrar un poco de dinero y vendiendo nuevamente todo lo que tenían (y que a ellos se los habían regalado) al fin se salió con la suya. Sin que sus frentes llegaran a marchitarse, volvieron a su Buenos Aires querido. Ninguno de los parientes que les insistió que volvieran los ayudó, sólo la familia de él y dándoles alojamiento en un departamento de un ambiente que tenían vacío, sin amueblar y teniendo que dormir en el piso. Su esposo añora su vida en Israel y cuando lo menciona, ella responde: al menos acá no somos mendigos. Su esposo no aguantó más, se separó y se volvió a Israel. A los pocos meses, Filomena llamaba a su puerta y nunca más volvió a Argentina.

DSC_0790

-Mi Buenos Aires Querido-

© Todos los derechos reservados.-

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CRÓNICA DE UNA EMIGRACIÓN NO ANUNCIADA (4)

07 martes Jun 2016

Posted by cindyisrael in Vivencias

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alarma, guerra, Haifa, Israel, israelí, misiles, moniot sherut, monit sherut, refugio, seguridad, solidaridad

-CAPÍTULO 4-

UN PAÍS CONFIABLE

     En Israel, como en todo el resto del mundo, hay colectivos, taxis, trenes y hasta subte. Pero tiene un medio de transporte muy particular: la MONIT SHERUT. Es ésta una camioneta para diez personas. Hace el mismo recorrido que el de los colectivos, pero paran donde a uno se le da la gana. Son más baratas y más incómodas también. Pero son ideales cuando no se quiere esperar mucho, porque los colectivos no pasan tan seguido como en Buenos Aires. La excepción es cuando se sube en la parada de origen, ellos no arrancan hasta que todos los asientos están ocupados. La forma de pagar es también peculiar: todos se ubican en sus lugares y le dan el dinero al de adelante. El que está más cerca del chofer le entrega la plata y si hay vuelto, el sistema es el mismo pero en sentido inverso.    

     Y es que si hay algo bueno en Israel es que si bien la delincuencia no es inexistente, el porcentaje es tan bajo que la gente aún puede confiar en los demás. Todavía existe la palabra. Un empleado no puede amenazar con renunciar si no le dan lo que pide, pues si no están dispuestos a complacerlo considerarán que ha renunciado. Casi no existe el recibo y te miran raro si se los pedís. Si hay una emergencia nacional, como la guerra del 2006, el israelí abrirá la puerta de su casa a los refugiados sin importar que sean desconocidos. Conozco un caso, por ejemplo, donde incluso el dueño de la casa que recibió a una familia que no conocía, le prestó el auto al padre de dicha familia.

     Mi vida en Buenos Aires me ha dejado ciertos sustos, y aunque no pase nada, cuando un auto aminora la velocidad a mi lado y se detiene, todavía siento miedo. A pesar de tener ya ocho años y medio viviendo en el país, aún me asombra poder caminar cerca del cordón de la vereda con la cartera colgando descuidadamente del lado de la calle sin que ningún motorista intente arrancármela. Al principio los miedos eran inevitables. Cierta vez, cuando tenía poco tiempo como inmigrante y viviendo en el kibutz, volvía a mi casa de la lavandería con la ropa. Era de noche y estaba bastante oscuro. Me aterré, porque además el camino estaba muy solitario. Me costó tomar conciencia de la situación de seguridad en que me encontraba. Cuando lo hice, llegué incluso a sentirme arropada.

     Es que la mayoría de la gente tiene una idea muy equivocada acerca del tema de la inseguridad aquí. Mucho más inseguros estábamos en mi querida y extrañada Buenos Aires. Incluso en época de guerra no hay inseguridad, pues nos encontramos muy protegidos. A toda hora nos indican qué hacer y si un misil fue disparado hacia nuestra zona, se nos avisa con una alarma o altavoces para que nos refugiemos a tiempo. Nos reparten y cambian periódicamente las máscaras con los antídotos y cada tanto se hacen ensayos para que sepamos reaccionar inmediatamente. Si debemos estar de manera prolongada en los refugios, la municipalidad se encarga de repartir: agua, alimentos, remedios y frazadas. Ese es el verdadero motivo por el cual del lado israelí suele haber menos muertos y heridos que del lado de nuestros atacantes. Y es que los pocos que hubo, la mayoría de las veces, fueron por accidente o imprudencia.

     Hay algo que puedo afirmar sin miedo a quedar como una mentirosa y es que jamás en mi vida me sentí tan segura como desde que vivo en Israel.

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-Moniot sherut (plural de monit sherut) por las calles de Haifa, Israel. © Todos los derechos reservados.-

Escrito en la ciudad de Nahariya, Israel, en el año 2011.

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