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Hoy mi hijo mayor cumple 23 años, todavía me cuesta creerlo ¿Cuándo pasó? Hace unos días, en Facebook, saqué a relucir una nota que escribí cuando cumplió los 19. A mí marido le gustó tanto que me pidió que la compartiera en el blog, así que aquí está, a pedido. Dedicada a mi príncipe mayor en su cumpleaños y a mi esposo que hoy cumple también 23 años de ser papá por primera vez, como yo de ser madre:
Cuando nos embarazamos por primera vez, empezamos un largo y maravilloso camino, el de la maternidad. Tiene sus momentos duros, difíciles, pero también momentos hermosos, llenos de ternura, aprendizaje y sobre todo y en todo momento: mucho amor.
Cuando Ezi, mi hijo mayor, era chiquito, me encontré en el colectivo con una señora que viajaba con su hija algunos años más grande que mi nene. Me dijo algo que me dolió en el alma, sobre todo pensando en su hija: «disfrutalo mucho, porque después se hacen más grandes y ya no tienen tanta gracia» (no me acuerdo si fueron las palabras exactas, pero sí la idea). Me quedé mirándola mientras pensaba: «no me gustaría ser tu hija». Luego le respondí: «cada etapa tiene algo para que disfrutemos con ellos, todas las etapas de nuestros hijos son hermosas».
Cuando Ezi tenía sólo unos días de nacido en el hospital, una enfermera envidiosa, viendo lo maravillada que estaba yo con mi primer hijo me dijo: «los chicos que son tan lindos de bebés, cuando crecen se ponen feos. Lo sé, pasó con unas sobrinas mías». No podía creer que le estuviera diciendo eso a una primeriza, recién operada y que estaba disfrutando de su bebé. Ezequiel creció y es hermoso, y aunque no lo fuera para otros, siempre sería bellísimo para mí, porque lo veo con ojos de mamá.
Ezi cumplirá 19 años el jueves que viene, y con él, yo cumpliré 19 años de ser mamá. Estoy muy orgullosa de él, ya es un hombre sensato, sano de cuerpo, mente y alma. Cada etapa, como le dije a la señora del colectivo, la disfruté. Y aunque a veces sus pavadas me hacen enojar, también me hacen reír. Soy feliz cuando me propone salir a caminar juntos y tenemos esas conversaciones que se convierten en consejos de mamá a hijo y a veces también de hijo a mamá. Algunos de los consejos, parece que los despreciara, pero yo sé que los atesora y guarda cada una de mis palabras, porque en algún momento, siempre salta una demostración de que lo hizo. Y disfruto cuando vamos a tomar algo los dos juntos o cuando aún me pide que lo acompañe y busca mi apoyo.
Mi hijo ya es un hombre, y aún no terminé de adaptarme a su adolescencia que ya está empezando a salir de ella y a despegarse cada vez más de mí. Y aunque el despegue sea doloroso, eso también lo disfruto, porque sé que puedo confiar en él y que él sabe bien que estaré aquí, siempre para él.

-Mi hijo mayor y yo, cuando tenía sólo 5 días de vida. Evidentemente, la foto no la tomé yo.-
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