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amigos, amor, corrupción, Elohim, España, felicidad, guerra, Israel, israelíes, país, pueblo, seguridad, terrorismo, terroristas
Hay algo, que por algún extraño motivo, olvidé contar en mis bitácoras de viaje por España. Y es raro, porque en su momento me impactó como me divirtió tanto la situación.
Una pregunta recurrente de muchos españoles que pasaron por la exposición o de gente que hemos conocido en nuestros paseos, era cómo nos sentíamos nosotros viviendo en Israel. Y lo divertido era ver la cara de sorpresa cuando les decíamos que somos felices aquí y que cada día estábamos más seguros de haber tomado la decisión correcta al venirnos a vivir acá. Y ni hablar de las caras cuando contábamos acerca de lo solidarios que son la mayoría de los israelíes y del buen corazón que tienen, aunque exteriormente den otra sensación.
Me acordé de esto al leer una nota acerca de que Israel se ubica en la posición número 11 entre 150 países respecto a en cuál país se es más feliz. Hablaba del asombro de muchos periodistas al respecto y entonces recordé los rostros asombrados que ya mencioné anteriormente.
En la nota hablaba acerca del valor que aquí se da a la amistad y la familia. Es posible que ese sea un motivo, no lo sé. Lo que sí sé, es que a pesar de que aquí como en cualquier otro país del mundo también hay corrupción, me siento respetada. Me siento segura, siento que me cuidan y que aunque la mayoría de los israelíes estemos endeudados, la falta de dinero no es una limitación para cumplir nuestros sueños. No lo fue para nosotros.
No me veo tan seguido como quisiera con mis amigos y parientes, pero sé que estarán si los necesito, de hecho ya han estado. Supongo que la libertad que vivimos acá, también ayuda a sentirnos felices. Mis hijos van a todos lados solos, hasta tarde, y sin temor de que los asalten para robarles y terminen matándolos. Algunos me hablarán de la guerra. Al menos tenemos refugios. No hay refugio alguno cuando te apuntan con una pistola.
Por eso nos hemos desconcertado tanto con los acuchillamientos. Era algo nuevo, que no sabíamos enfrentar. Sin embargo, incluso ahí podemos ver cómo Elohim* sigue protegiendo a su pueblo. No tengo estadísticas a mano, pero si no me equivoco caen más terroristas por defensa propia que el atacado que sí termina con heridas y a quién no le es fácil retomar su vida normal luego de algo así. Pero creo que es más fácil ser feliz, cuando somos capaces de ver el cuidado de Elohim.
Seguramente no todos los que viven en Israel estarán de acuerdo conmigo en todo. Y eso es otra cosa buena, la capacidad de disentir sin que te maten por ello. No sé si todo lo que escribí anteriormente son los motivos por los cuales somos felices. Lo que sí sé, es que aunque como todo el mundo, no sea feliz en cada minuto de mi vida (todos tenemos altibajos), el balance es positivo y que no me veo viviendo en otro lugar.
Sería ideal identificar qué es lo que realmente nos hace felices, para encontrar algo así como un sistema que sirva a todo el mundo. Mientras tanto, seguiré disfrutando de mi vida aquí, con mi familia y mis amigos, aunque no los vea tan seguido como quisiera.
«Pedid por la paz de Jerusalem; sean prosperados los que te aman» Salmo 122: 6
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*Elohim: D´s en hebreo.
la gente que vivimos en Israel tenemos mucha facilidad para comprar todo lo que necesitamos a crédito y no importa la edad que tengas, eso no lo hay en ninguna parte del mundo nada mas que en Israel el país de elohim. y para mas comodidad te dicen en los establecimiento en cuantos meses lo quieres pagar.y aparte de esto los intereses son muy bajos.por eso dicen en todo el mundo que los judíos nos ayudamos mucho unos a los otros.pues tienen mucha razón,en eso no se equivocaron,somos conciente y solidarios.
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No sólo eso, Jacobo. Aún existe confiar en el otro. Uno va a devolver algo que compró a un local y se puede hacer sin mucho preámbulo. O es posible recibir un servicio vía email y pagarlo después con un cheque enviado por correo. Recuerdo nuestro asombro cuando nos pasó. Es posible también olvidarse algo en un lugar, y al ir a buscarlo que aún esté ahí.
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