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conocimiento, esfuerzo, información, informarse, punto, rojo
Situación: dos personas se encuentran en una ambiente donde sólo hay un sistema de medición, un centímetro. No hay ninguna superficie reflectante, ni una cámara de fotos, ni un teléfono celular con el cual hacerse un autorretrato.
Uno de ellos tiene en su mano un punto rojo. Moviendo la cabeza y la mano hasta lograr que quede alineada con su vista, puede ver ese punto con claridad. Toma el centímetro que hay allí y mide el tamaño de su punto rojo, sólo para tener más datos sobre él. Mira de frente a quien lo acompaña y le hace saber qué él también tiene un punto rojo en la punta de la nariz.
La otra persona que está en dicho ambiente se ofende. Le recrimina que le dice eso por envidia, porque él tiene la piel perfecta y su interlocutor no, tiene un punto rojo en la mano. Pero al cabo de unos segundos le gana la curiosidad y decide hacer el esfuerzo de comprobar la existencia de dicho punto rojo poniéndose bizco. Lo consigue, pero no lo ve con claridad. Lo percibe borroso y distorsionado. Le pide a su compañante que le mida el punto. Lo hace, pero eso no lo ayuda, no le da un panorama real, un verdadero conocimiento de la mancha que tiene en la punta de su nariz.
Quien tiene el punto rojo en tan incómodo lugar de su anatomía, tiene básicamente dos opciones: tratar de ignorarlo o tratar de conocer cómo es realmente. Ignorarlo le resulta difícil, ahora que ya lo hizo, los ojos no pueden evitar buscar el punto rojo y termina poniéndose bizco incluso contra su voluntad. Eso es muy molesto. Así que necesita encontrar una manera de resolverlo. Y aunque no deseaba esforzarse, lo hace y se levanta a buscar algún espejo en algún otro ambiente cercano. Lo encuentra, al fin se enfrenta a él y lo reconoce.
A veces, las personas tenemos puntos rojos en la punta de nuestra nariz que somos incapaces de percibir por nosotros mismos, puntos que no elegimos tener pero están ahí. Enfrentarse a ellos, pensar por uno mismo, no esperar que el otro nos resuelva la información que necesitamos es incómodo e implica un esfuerzo extra que no todos están dispuestos a hacer. Pero cada uno es dueño de sus propias decisiones, y como tal debe ser responsable también de las consecuencias que ellas acarrean.
-A veces preferimos ver los puntos rojos de los demás y no los propios-
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