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Cada año, desde hace veintidós años, se repite la injusticia. Una y otra vez nos golpea, nos duele y recordamos que todo sigue en la nada, que la impunidad está a la orden del día y que todos los muertos y heridos de la AMIA sufrieron en vano. Nada cambió, para nada parece que padecieron.

La historia de la injusticia es eterna en Argentina. Ochenta y cinco muertos y un fiscal al que «suicidaron». Nunca tendremos la historia completa y si alguna vez llegamos a tener alguna versión, nunca la creeremos del todo. No importa que sea cierta. La desconfianza y el dolor ya se instalaron.

Hoy, como cada año desde hace veintidós años, cada uno recordará cómo se enteró, qué estaba haciendo, qué vio, que sintió… Habrá quienes recuerden que se salvaron por poco, porque salieron de la AMIA para comprar algo, quienes salieron más tarde para ir, quien ese día había faltado. Y el dolor es el mismo, se renueva para volver, siempre con la misma fuerza, con el mismo llanto, con la misma tristeza y decepción.

No quiero hoy hablar de los terroristas, ni de la tráfic, ni de quien la vendió, ni de los escombros. Es un día para recordar con cariño a los que se fueron, sus luchas, sus anhelos, sus futuros cercenados, generaciones cortadas para siempre. Cada uno de ellos tenía una meta que no los dejaron intentar alcanzar, posibilidades que se transformaron en imposibles, abrazos que ya no podrán dar ni recibir. Una vida que no podemos decir que les hayan quitado antes de tiempo, pero sí de la peor manera, de la más dura, la más dolorosa. La injusticia lo vuelve más dramático, profundiza el dolor, lo vuelve cruel. Por eso nunca confié en la justicia de los hombres, no existe. Prefiero confiar y esperar en la de Elohim, siempre llega, a su debido tiempo, aunque no siempre la podamos ver o enterarnos.

Hoy, 18 de julio del 2016, veintidós años después del atentado perpetrado a la AMIA, les pido que me acompañen, que juntos roguemos a Elohim por el consuelo que cada familiar, amigo, personas cercanas a los asesinados cruelmente aquel día necesitan. Porque nuestros muertos ya no sufren, pero hay vivos que necesitan paz.

NEGED TERRORISMO.-

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