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Todos los sabemos, los niños (sobre todo los más pequeños) son los seres más impacientes que hay. No entienden de tiempos, de espera, de dar espacio a otros. Ellos tienen sus necesidades, las demandan y la satisfacción debe ser inmediata.
La paciencia se aprende y es a los padres a quienes nos toca educarlos y estimularlos para ser seres sociales, educados y respetuosos con los tiempos y espacio de otros. Sin embargo, es cierto que cuando deben esperar mucho tiempo son capaces de acabar con nuestra paciencia.
Ayer, planteando entre otras cosas este tema en un grupo de Facebook, recordé varios juegos útiles para esperar con nuestros hijos. La idea es que sean capaces de disfrutar el tiempo que deban aguardar y a la vez estimularlos en diferentes áreas, sean de conocimientos escolares como de reconocimiento de su propio cuerpo y el de los otros, por ejemplo. Además de los que yo misma conozco, en dicho grupo me han contado algunos más y así podemos hacer una lista interesante y útil que mis lectores pueden ampliar dejando sus comentarios.
1.- El juego de los animales. Se trata de pensar en un animal y por medio de preguntas que sólo pueden ser respondidas con sí o no, adivinar de cuál se trata. Para los más chiquitos se pueden recurrir a sonidos.
2.- El tuti fruti verbal. Uno piensa el alfabeto diciendo en voz alta sólo la A y el otro lo detiene y quien estaba pensando dice la letra en la que quedó. Tienen que pensar cosas que empiecen con esa letra, una por turno. Con los mayores se puede pautar como el escrito, limitarlos a lugares, animales y nombres, por ejemplo.
3.- El Veo Veo es muy divertido, más cuando tenés como yo hijos daltónicos.
4.- A los más chiquitos les encantan las cosquillas. El riesgo que tienen es que no suelen querer parar.
5.- Esconder algo que les interese en el propio cuerpo puede tenerlos entretenidos buscando un rato largo.
6.- Un círculo dividido en cuartos. Ponés el crayón en el medio y lo dejás caer. Cada cuarto es una actividad distinta (Nombrar un planeta, una ciudad, una comida, un color… lo que quieras).
7.- El A-B-C. «Me voy de viaje y me llevo un ÁRBOL.» La siguiente persona empieza con B y así hasta la Z.
8.- TENGO UN BARQUITO CARGADO DE. El que empieza el juego dice la frase antedicha y elige de qué está cargado el barquito, por ejemplo: frutas, útiles escolares, cosas que hay en una habitación, utensilios de cocina, etc. No se puede repetir y el que lo hace tres veces tiene prenda.
9.- Si están en un restaurante, no decirles qué elegiste antes de que venga el mozo y que ellos lo tengan que adivinar por medio de preguntas.
10.- Para los más chiquitos, hasta las más desafinadas cantamos bien, así que las canciones acompañadas por gestos no fallan. Las mejores son las que son del estilo de SAL DE AHÍ CHIVITA, CHIVITA.
11.- FABRICANDO HISTORIAS. Uno empieza con una oración, por ejemplo: Había una vez un árbol inmenso. El siguiente tiene que repetir la oración y agregar otra de forma que siga una historia, por ejemplo: Había una vez un árbol inmenso cargado de frutas y nidos. Y así sucesivamente hasta llegar al final o al turno largamente esperado.
12.- Si hay papel y algo con que escribir, puede resultar muy divertido escribir historias disparatadas. El primero escribe una oración, el segundo escribe otra debajo tratando de seguir la historia y dobla el papel de forma tal que la oración anterior quede tapada y sólo se vea la última. Así sucesivamente hasta que se acabe el papel, el último tratará de dar un cierre a la historia. Al desplegar resulta una narración disparatada, divertida y a los que ya saben leer y escribir suele encantarles. Los adultos también nos divertimos con este juego.
Espero que las propuestas les gusten, las disfruten y les sean útiles. Recuerden que la mejor solución no es enchufar a nuestros hijos a los jueguitos del celular, eso los aísla y no los estimulamos para interactuar con otros. A nuestros hijos no sólo les gusta que les dediquemos tiempo y juguemos con ellos, también los ayuda a crecer y madurar con más confianza en si mismos y más felices. Y quienes somos padres lo sabemos, si nuestros hijos son felices, nosotros también.
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