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Introduccción
Yo no sé si alguien ya a ha postulado alguna idea bajo ese título. En caso de que así haya sido, si usted entró aquí buscando información sobre el postulado de un autor determinado, lamento desilusionarlo. Lo que expondré aquí es una reflexión propia.
No pretendo con este desarrollo reconocimiento alguno, ni que mis lectores coincidan o disientan conmigo, sólo expresar libremente mis pensamientos. Si usted está de acuerdo con ellos, genial. Si usted no coincide con lo aquí expresado, también genial. No necesitamos pensar todos igual, qué aburrido sería, para respetarnos y apoyarnos unos a otros. Puedo no estar de acuerdo con usted, pero mientras no falte el respeto ni incite al odio ni la violencia, contará con mi apoyo para expresarse libremente.
Desarrollo
Es popular la idea de que para poder formarnos un criterio o llegar a una verdad debemos ver las dos caras de la moneda. Usted, lector, igual que lo he hecho yo habrá hecho mención a esta idea muchas veces. Pero soy una persona que le gusta pensar y a veces hasta me critico a mí misma. No para clavarme puñales ni flagelarme de manera alguna, sino para revisar mis propios postulados que he arrastrado por mi educación y la sociedad en la que he vivido. Pero a medida que vamos madurando, considero positivo replantearse muchas cosas y hacerse responsable de las propias ideas.
Llevo varios días pensando en el tema de las monedas, por raro que a usted le parezca. Y considero insuficiente ver sólo las dos caras de las mismas. Lo invito a tomar en su mano cualquier moneda que esté a su alcance. Si no tiene, no será difícil recordar alguna. Obsérvela bien y piense cómo está compuesta.
Una moneda, obviamente, tiene dos caras. Pero también tiene un canto. Cada lado de la moneda tiene un detalle diferente que además la diferencia de otras. Por ejemplo: el número que indica el valor, la fecha de emisión, la nación a la que corresponde, alguna frase y o dibujo que forman parte del diseño. Pero también tienen un canto, que no siempre es igual. En algunos casos es liso, en otros tiene ranuras. En este último caso, las hendiduras tampoco son siempre iguales: a veces son rectas, otras oblicuas. Varían también en grosor y distancia entre ellas. Tendríamos también que tomar en cuenta otros detalles que no son menores. Por ejemplo: el material con que fueron realizadas (oro, plata, cobre o niquel). El peso específico, el color que según cómo fueron hechas varía y a veces está combinado, el grosor, el tamaño y hasta el diseñador, la cantidad que se ha emitido de la misma y desde que año ha empezado a correr también influyen.
Cuando estamos frente a un dilema, conflicto o búsqueda de una verdad, son muchos los puntos de vista y trasfondo a tener en cuenta. En el conflicto que hay en España con el tema del independentismo catalán, no alcanza con escuchar la postura de cada uno para formarse una idea cabal. Ni siquiera ver la historia de Catalunya, sobre la cual he encontrado historiadores que difieren entre sí. Con el conflicto entre Israel y Hamás, pasa otro tanto. El tema es más profundo y complicado de lo que los supuestos grandes analizadores intentan hacernos creer. Valgan estos dos ejemplos, aunque hay muchísimos más. A veces tenemos elementos (como la carta fundacional de Hamás) que nos ayudan a tomar una postura determinada. Pero en otras ocasiones, como la que expuse de España, es más difícil. Y es que quizá, no siempre necesitamos posicionarnos. Evidentemente catalanes y españoles sí lo necesitan para tratar de llegar a un acuerdo o al menos a una decisión. Pero como dice un dicho popular argentino: los de afuera somos de palo. Y si no entendemos ni encontramos todos los componentes de la moneda que nos ayuden a formarnos una idea más clara, lo mejor es abstenernos de opinar.
Es parte de la historia de la humanidad que la mayoría de las personas necesitamos tomar una u otra posición y además dar cátedra sobre ello, aunque en realidad no tengamos la más mínima idea. Quizá habría menos conflictos en el mundo si pudiéramos entender que no siempre se puede tener todo tan claro y que tampoco hace falta en todas las ocasiones que así sea. A veces es más sabio, a mi leal entender, hacer borrón y cuenta nueva. Si no se puede encontrar solución ni salida alguna a un tema, pues empecemos de cero olvidando el pasado, formemos una nueva moneda.
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