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 Hoy también estamos molidos de cansancio, pero la pasamos muy bien. Nos encontramos con una amiga en la puerta del Museo Antropológico para ir caminando vía Parque del Retiro al Museo Nacional de Arqueología. Hermosa caminata y charla muy interesante. Llegamos a nuestro destino y antes de entrar nos sentamos en un hermoso parque que está al lado y donde tomamos mate que ella trajo y comimos alfajorcitos de maicena y bizcochitos de grasa hechos por sus propias manos (nos están consintiendo muchísimo). Luego fuimos al museo, entrada gratis y exposición de objetos encontrados en yacimientos españoles.
     Debo decir que no lo vimos completo, porque poco después nos encontramos allí con el hijo y el marido de mi amiga, ya era hora de almorzar y estábamos todos hambrientos. Estamos entregados, nos dejamos conducir donde los lugareños decidan. Después de todo, ellos conocen mejor que nosotros y saben qué recomendarnos.
     Fuimos a un lugar cuyo nombre no recuerdo. Pero igual que el del día anterior, las mesas eran de madera y los asientos eran banquitos de madera o de esos largos. Les dejamos elegir, pues queremos aprender y conocer los sabores del lugar. Pidieron raciones de distintas cosas que se ponen en el medio de la mesa y, cada uno con su tenedor, va picando de cada cosa. Comimos: pulpo, mejillones, chorizo criollo a la plancha, carne frita adobada con papas, queso, un pan espectacular y creo que me olvido algo. Nunca me imaginé que iba a probar el pulpo. Debo decir que no es un plato que elegiría para comer siempre, pero así para picar, no estaba nada mal. Una vez más no nos dejaron pagar.
     Volvimos caminando hasta cerca de la Plaza Mayor. Estuvimos en un lugar que habían muchos bares alrededor y dos áreas de juegos infantiles, donde el nene entró sin perder un segundo. Y él merece un tema aparte. Tiene tres años, es despierto, dulce, obediente y bastante independiente. Ya tan chiquito sabe lo que quiere. Es todo un personaje. Se dejó fotografiar y hasta posaba para las fotos. Estuvimos juntos un montón de horas y se las aguantó como un campeón. Otro nene ya habría estado llorando a los gritos, fastidioso y molesto pidiendo volver. Él no. Se ganó nuestra simpatía y corazón.
     Luego fuimos a un bar, allí nos pedimos chocolates con churros mi amiga, mi esposo y yo. El marido de ella se pidió otra cosa que no sé cómo se llama. De ahí, por recomendación de ambos, fuimos a conocer un acuario que había por la zona. Fin del paseo. Volvimos cansados pero contentos. Disfrutamos de la compañía, la charla, la comida, la caminata y los paseos. Ahora nos toca descansar. Mañana será un día largo. Nos levantaremos tempranísimo porque el tren para Valencia sale muy temprano. Pero mañana será un día especial, que ya les contaré con lujo de detalles llegado el momento.
     Hasta mañana entonces, con muchos nervios y esperando que todo salga bien.

21/02/2016, Madrid, España

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