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Si me guío por mi fisiología, por ser madre de dos hijos que nacieron de mis entrañas y otros detalles, no tengo la menor duda. La incertidumbre llega cuando leo la descripción que suele hacerse de las mujeres en distintos medios. Ya sea que se hable de la mujer en general, de las madres o de las mujeres de cuarenta, me siento identificada en muy poco. 

Cumplo años en febrero, el año pasado, para esa fecha le pedí a mi esposo de regalo un trípode para mi cámara de fotos. Cuando compartí feliz en Facebook el haberlo recibido, varios hombres comentaron sorprendidos de que ese fuera mi deseo, que no fuera más ambiciosa y no hubiera hecho un pedido más oneroso. Cuando respondí que a mí no me interesan las joyas, ni abrigos caros, se sorprendieron más. 

Cuando estoy en una reunión con otras mujeres, si empiezan a hablar de ropa, perfumes o cosas por el estilo, me aburro. Yo me compro ropa sólo cuando necesito, igual con los zapatos, los que suelo usar hasta que se me rompen y recién después compro otros. No soy para nada materialista y eso parecería que hay gente que lo ve como un pecado o como si no fuera propio de una mujer.

Soy y he sido la mejor madre que he podido ser, con mis defectos, como todo el mundo, pero jamás fui una súper madre. Nunca le hice yo los disfraces a mis hijos, porque no soy nada buena para las manualidades de ningún tipo. Cuando había actividades especiales en el jardín o la escuela donde había que hacer cosas con los chicos, lo nuestro solía ser de lo peor, aunque me esforzara, porque no sé hacer ese tipo de cosas. No he sabido guardar cuadernos, dibujos, dientes y pelos de mis hijos de manera clasificada y segura. Si un juguete se rompía, se tiraba, nunca supe arreglarlos (hice el esfuerzo de coser un osito al que se le estaba saliendo el relleno, es lo máximo a lo que he llegado).

Yo creo que la sociedad encasilla roles y decide qué y cómo debe ser una mujer, un hombre, un niño, etc. Hay quienes se esfuerzan en responder a esas expectativas, gente que lo hace de manera natural… y yo, que a veces creo que soy extraterrestre. Siento como si me estuviera saliendo del marco, y eso no es natural y esperable, aunque tampoco lo hago intencionalmente.

A veces me gustaría pedirle a la sociedad que cambie, que nos de la libertad de ser cada uno como quiera, sin tener necesidad de ser un bicho raro cuando no se responde a las expectativas. Pero también sé que no puedo pedirle al mundo que se ajuste a mis deseos y convicciones. Así que he decidido no leer más esas exaltaciones a la mujer, buscar algo en lo que entretenerme en las reuniones en las que hablan de cosas que considero frivolidades y para mi próximo cumpleaños, ya le dije a mi marido, que de regalo quiero el control remoto sin cable para mi cámara de fotos. 

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