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Cinturones explosivos, piedras, cuchillos, misiles… Ahora incendios. Hay que reconocerles algo a nuestros enemigos, su creatividad para encontrar la manera de hostigarnos siempre y lograr que siendo los agresores terminen siempre viéndose como víctimas. Pero esta vez, pese a que muchos de ellos festejaron la desgracia de otros tantos en las redes sociales, algo les falló: para sorpresa de muchos, varios países (incluso algunos inesperados) acudieron en nuestra ayuda. Eso no les conviene, algunos son países que hasta ahora los apoyaban a ellos ¿qué cambió esta vez? ¿Les habrá fallado el departamento de prensa? La pena es que teniendo tanta creatividad (Pallywood es un buen ejemplo) no la utilicen para cosas más positivas, útiles, para desarrollo de su pueblo y la humanidad como sí hace Israel.
Sin embargo, una vez más, no sobra recordar que no es momento para odios, venganzas y peleas inútiles. Para justicia sí, pero venganza es otro tema. Todo el terror que está viviendo el mundo (no sólo Israel) en este tiempo, tiene un origen que quizá pasa por alto mucha gente y por más que suene a disparate, está relacionado con la violencia de género por la cual se lucha últimamente. No es que antes no hubiera terrorismo, o maltrato a las mujeres. Además de haber ahora más información, muchas de esas situaciones (así como los delitos) se han ido recrudeciendo y siendo más bestiales con los años. Y todo tiene el mismo origen, a mi entender: el buenismo de la sociedad. Y entiendan que hablo de buenismo, no de bondad, que para mí tampoco es lo mismo, como no lo es la candidez.
La sociedad siempre necesitó de etiquetas, cada uno de quienes la formamos buscamos ser reconocidos y estimados por los demás. Por eso se buscan cánones sociales. Estandartes bajo los cuales ubicarse. Si uno está debajo de dicho estandarte, es una persona moderna, progresista, con la mente abierta, comprensiva… Pero si alguien opina distinto es un retrógrado, machista, recalcitrante, cerrado… Algo que hace que uno sea visto en forma positiva es la comprensión del malvado, aunque eso signifique poner en riesgo a la víctima o volverla victimaria. Los buenistas han levantado un estandarte que postula que si alguien hace una maldad, por terrible que sea, es porque tiene un motivo. Buscado en su infancia o en la propia sociedad que le da la espalda, en el desamor o en el subyugamiento. No importa, nadie se lo plantea, que hay otros que pueden vivir exactamente la misma realidad y contrario a ellos buscan que sus semejantes no deban pasar por lo mismo que él. El victimario, ante los ojos de la mayoría, pasa a ser víctima porque eso es lo que muchos creen que los vuelve buenas personas.
Pueden tratarme de retrógrada si eso les hace sentir bien a algunos, a mí no me afecta. Pero yo no quiero ser cómplice de una sociedad corrompida que con su buenismo, justificando la maldad, ayudó a que las cosas llegaran hasta donde estamos hoy. El malvado es malvado, porque pudiendo elegir entre dos o más salidas a su mala situación, eligió el odio, la venganza y el horror. Y no, no creo bajo ningún concepto que sea justificable. No justifico al malvado y no justifico a la sociedad que buscando ser progresista se ha vuelto tirana.
Al que le quepa el sayo, que se lo ponga. Si no quieren, no lo hagan. Pero cuando les toque el turno, no se quejen tampoco ni vengan a llorar a quienes antes dieron la espalda. Porque seguramente, esos mismos acudirán en vuestro socorro, como ya lo han hecho otras veces, sin que se los pidan. Pero no tienen derecho ni a la pataleta ni al reclamo.
Alrededor de 1.000 personas en Haifa han quedado sin hogar. Es duro. Muchos bosques han sido diezmados, mucha fauna destruida y hay recuerdos alcanzados por las llamas que son irrecuperables. Pero Israel volverá a avanzar, una vez más. La gente saldrá adelante, seguirán con sus vidas pese a todo. La solidaridad clásica del israelí suplirá en lo posible lo que les falte… No porque el israelí sea mejor que otros, no porque seamos más inteligentes ni superiores a nadie. Simplemente porque Elohim no abandona ni le da la espalda a su pueblo. Esa es la explicación por la cual, pese a tantos ataques, hay tan pocas víctimas.
Llegamos a un punto, en el que al mundo sólo le queda reflexionar, hacer autocrítica, arrepentirse de sus errores, cambiar de actitud y, por qué no, aferrarse muy fuerte a Elohim que es el único que puede ayudarnos de verdad. Yo lo hago y lo seguiré haciendo ¿Y usted?
La ciudad de Haifa fue gravemente afectada por los incendios. Foto tomada en el año 2013. © Todos los derechos reservados.-