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¡¡¡EL PUEBLO, UNIDO, JAMÁS SERÁ VENCIDO!!!

¿Recuerdan cuando lo gritábamos llenos de fervor, ilusión, pasión y alegría? Fue en el pasaje entre dictadura y democracia y durante el comienzo de la democracia misma. Qué tiempos aquellos. Aunque la sociedad estaba dividida entre peronistas y radicales, nunca esa división llegó al punto de provocar peleas irresolubles en el seno familiar ni se perdieron amigos por esas diferencias. La gente tenía un punto de unión, la felicidad y esperanza por la llegada de la democracia. Había límites que el pueblo no estaba dispuesto a pasar, incluyendo los políticos. Fue así, que durante el cierre de campaña del justicialismo, Lúder (que hasta el momento se perfilaba como el más probable ganador de las elecciones) perdió muchísimos votos por causa de su compañero Herminio Iglesias que tuvo la poco feliz idea de quemar frente a todos un ataúd con la bandera de la UCR, ante la cara de espanto del candidato a Presidente de su propio partido. Pasó hace más de treinta años, pero tengo tan fresco el recuerdo por causa de lo mucho que me impactó, que podría haber sido ayer. 

Como soy una persona con mucha imaginación, no pude evitar extrapolar esa escena y llevarla a la actualidad. Me imaginé a la señora Kirschner y al Presidente Macri haciendo lo mismo. En el primer caso con la bandera de Cambiemos y en el segundo con la bandera kirschnerista. Entonces en mi mente apareció la reacción de la gente, que no habría sido la misma, ni siquiera de estupor. porque en el primer caso no me asombraría en absoluto (Macri tampoco me gusta pero no me parece tan posible que haga algo así). Me imaginé a los partidarios de cada uno aplaudiendo enfervorizados como locos y festejando la «gracia». Y lo digo con tristeza, porque visto desde la distancia, da la sensación que la sociedad argentina se enfermó tanto de odio que es capaz de pasar límites insospechados. Ya nada me asombraría que pudiera pasar a nivel político y social.

Sin embargo no soy una persona derrotista, soy escéptica; pero no pesimista. Por eso me permito ilusionarme que así como en este sentido la sociedad argentina cambió para peor, pueda mejorar algún día recuperando la unidad y el amor por la libertad de pensamiento e ideología. Que el respeto entre todos los bandos gane las calles y que esta extrapolación que pude hacer llegue a ser inimaginable.