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cocina, cocinera, delantal, elegancia, elegante, envidia, gorro, pueblo, restaurante, sombrero, tumba
En el pueblo la actividad más valorada y clásica era cocinar. Casi todas las mujeres del pueblo eran buenas cocineras y Eustaquia no era la excepción. No había receta que se le resisitiera, las seguía con todo cuidado y sin saltearse un paso ni equivocarse en nada. Sin embargo no destacaba sobre otras por su cocina, pues era incapaz de convinar sabores por su cuenta, de investigar y descubrir nuevos platos. A pesar de ello, era famosa, lo cual generaba la envidia de muchas creativas. El motivo de su fama, como es de esperar, no era su arte culinario, sino su elegancia. Movimientos suaves, delicados y muy estudiados acompañaban su accionar, su delantal era de diseño, siempre limpio y pulcro por más grasosos que fueran los ingredientes utilizados o que tuviera que freir. Hay quienes sospechaban que aprovechaba cualquier descuido de quien estuviera observándola para cambiarse el delantal manchado con alguna gota de aceite por otro recién lavado, pues si uno se acercaba podía sentir el olor a jabón en polvo que emanaba dicha prenda. Su gorro de cocina también era de diseño, con detalles y terminaciones nunca vistos antes, pero muy delicados. Siempre vestía tacones y medias de nylon, iba bien maquillada y cuando terminaba de cocinar y se sacaba el gorro, era posible apreciar un peinado de peluquería que no se había alterado en lo más mínimo. Muchas intentaron imitarla, pero jamás consiguieron estar a su nivel de elegancia, que se notaba hasta en su forma de caminar y ladear su cabeza. El día que murió muchas respiraron aliviadas, porque los dueños de los restaurantes habían tomado la costumbre de exigir a sus cocineras que fueran tan elegantes como ella y estaban muy presionadas. No cosechó muchas amistades y en su tumba la única placa que hay reza: AQUÍ YACE LA COCINERA ELEGANTE. La frase está acompañada por un grabado que copia el modelo de su delantal favorito y uno de sus gorros. Aún hoy en día se habla de ella como una curiosidad, sin poder recordar cuál fuera el mejor plato que preparara.
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