El jueves el cocinero faltó sin avisar. El dueño estaba furioso, llamó a su casa y pidió hablar urgentemente con él:
-No sé de qué me habla señor, no le entiendo nada, serénese ¿Quién habla?
-¡Quiero hablar con su marido, deme con su marido!
-Soy soltera señor ¿Quién habla?
-¡¡Con su concubino entonces!!- su cólera iba en aumento.
-¡Oiga! ¿Por quién me tomó usted? Yo vivo sola ¿Quién habla?
-¡¡¡El señor Funes, quiero hablar con el señor Funes!!!
-¡Ah! Hubiera empezado por ahí, hombre ¿Quién habla?
-¡¡¡Su jefe, su jefe habla!!! ¡¡¡Páseme con él!!!
-¡Le dije que se tranquilizara y para que sepa, yo no tengo jefe!
-¡¡¡No!!! ¡¡¡Usted no entiende!!! ¡¡Yo soy el jefe del señor Funes!!
-Así me gusta, que se calme. Hubiera empezado por ahí, hombre ¿Por qué lo llama?
-¡Porque deseo hablar con él!- se fue calmando sin dejar de lado su bronca.
-¿Y para qué lo llama acá?
-¡¡Para hablar con él!! ¡¡ ¿No le dije?!!- se volvió a enfervorizar.
-Sí. Lo que no entiendo es por qué si quiere hablar con él lo llama acá teniéndolo al lado.
-No, es que…-titubeó el dueño mientras cortaba.- ¡¡¡¡¡¡Funeeeeeesss!!!!!!
-Señor, no hace falta que grite, lo oigo perfectamente ¿Me buscaba?
Y el dueño lloró.
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