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 El jueves el cocinero faltó sin avisar. El dueño estaba furioso, llamó a su casa y pidió hablar urgentemente con él:

-No sé de qué me habla señor, no le entiendo nada, serénese ¿Quién habla?

-¡Quiero hablar con su marido, deme con su marido!

-Soy soltera señor ¿Quién habla?

-¡¡Con su concubino entonces!!- su cólera iba en aumento.

-¡Oiga! ¿Por quién me tomó usted? Yo vivo sola ¿Quién habla?

-¡¡¡El señor Funes, quiero hablar con el señor Funes!!!

-¡Ah! Hubiera empezado por ahí, hombre ¿Quién habla?

-¡¡¡Su jefe, su jefe habla!!! ¡¡¡Páseme con él!!!

-¡Le dije que se tranquilizara y para que sepa, yo no tengo jefe!

-¡¡¡No!!! ¡¡¡Usted no entiende!!! ¡¡Yo soy el jefe del señor Funes!!

-Así me gusta, que se calme. Hubiera empezado por ahí, hombre ¿Por qué lo llama?

-¡Porque deseo hablar con él!- se fue calmando sin dejar de lado su bronca.

-¿Y para qué lo llama acá?

-¡¡Para hablar con él!! ¡¡ ¿No le dije?!!- se volvió a enfervorizar.

-Sí. Lo que no entiendo es por qué si quiere hablar con él lo llama acá teniéndolo al lado.

-No, es que…-titubeó el dueño mientras cortaba.- ¡¡¡¡¡¡Funeeeeeesss!!!!!!

-Señor, no hace falta que grite, lo oigo perfectamente ¿Me buscaba?

Y el dueño lloró.

Cuadro al óleo de Gabriel P. Sasson

Cuadro al óleo de Gabriel P. Sasson.

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