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asturias, burjassot, comentarios, exposición, lavandería, mercado central, restaurante asturiano, valencia, visita guiada
Hoy fue un día que empezó buscando la practicidad. Primero, buscando dónde desayunar saliendo de la zona turística, porque pensamos que sería más económico, pero no fue así, estaba más o menos lo mismo. Desayuné raro, porque comí tostadas con aceite y tomate. Estaban muy ricas. En el camino, pasamos por un lugar lleno de fotógrafos y un señor con micrófono que hablaba en valenciano. Preguntando a un par de mujeres que salían de allí, me explicaron que estaban anunciando las fallas y que estaban impulsando lanzarlas internacionalmente o algo así. Luego tiraron varios petardos seguidos y nos llevamos flor de susto.
Volvimos a la pensión para buscar la ropa y caminamos como 15 cuadras para llevar la ropa a la lavandería. Es de esas que no tienen empleados, una hace todo sola. El jabón en polvo y el enjuague son parte del proceso de lavado, no hace falta agregarlo. Como iba a durar como media hora, nos fuimos a dar una vuelta. Fuimos al Mercado Central, que está ahí nomás. Muy limpio, muy lindo. Saqué allí unas cuantas fotos y volvimos a poner la ropa a secar. Ahí nos quedamos esperando, porque llevaba sólo 6 minutos.
Con ropa y todo en la bolsa, nos fuimos a almorzar. Estuvimos en una posada andaluza y por primera vez comí salmorejo. Muy rico, algo picante para lo que estoy acostumbrada, pero me gustó. También nos dieron por su cuenta y junto con el pan, papa con comino. Rarísima la textura y la consistencia. Me gustó, aunque un poco menos que lo otro. El lugar estaba lleno de objetos típicos y saqué muchas fotos allí también. Tanto la madre como la hija que trabajaban ahí, supongo que son dueñas, resultaron muy simpáticas y amables. La madre me contó que ella es musulmana por elección, por conversión. Prometió ir a la exposición y estuvimos conversando amenamente un buen rato.
Volvimos a la pensión, donde revisamos los mensajes y luego nos fuimos a Burjassot. Para mi alegría y sorpresa, habían varias personas viendo la exposición. Vi a algunas hablando como con duda de alguna de ellas y me ofrecí a ayudarlas. Terminé haciendo otra visita guiada como la del día anterior, a la cual se sumaron otras personas. De hecho, no fue la única que hice hoy. Siguió viniendo gente y tuve el placer de charlar con distintos visitantes. Algunos me contaron sus experiencias como turistas en Israel, otros comentaban sobre lo poco que conocían de Israel y varios dejaron comentarios en el libro de visitas. Uno de ellos, cuya mayor fuente de información parece que fueron ciertas películas que yo desconocía, estuvo conversando mucho con Gabi y conmigo. Dejó un comentario en el cuaderno donde expresó que le gustaron las fotos y en valenciano puso ¡VIVA PALESTINA LIBRE! No discutimos, ni nos enfrentamos en ningún momento. Yo decidí quedarme con la primer frase de lo que escribió, e ignorar la segunda, que no me aportaba nada.
También llegaron un par de muchachos árabes. Los vi comentar entre ellos mientras miraban las fotos y me acerqué una vez más a ofrecer mi ayuda si la necesitaban. Me agradecieron pero me dijeron que no hacía falta y me alejé. Uno de ellos, antes de irse, me dijo que una de las fotos era de Palestina. Le dije que no, que eran todas fotos de Israel. Me aseguró que era de Palestina porque él había visto una imagen como esa en la televisión. No dejé que me provocara, me limité a repetirle lo que ya le había dicho y le agregué que estaría confundido. No insistió y se fueron en paz.
Una amiga, me dijo que iría hoy a la tarde, pero no había logrado comunicarme con ella y no sabía a qué hora iría. Así que, cuando ya eran las 19:30 hs. Mi marido dijo que él creía que ya debíamos irnos. Además ya había mucha menos gente. Estaba por irme a guardar la cámara cuando la vi llegar junto a su hijo mayor. Dos dulces. Estuvimos charlando, el hijo vio las fotos de los cuadros de mi esposo que llevamos en una carpeta, vieron las fotos, escribieron un comentario y luego nos fuimos mi amiga, mi amado y yo a tomar un café y seguir conversando. Como se ve que es costumbre acá, una vez más no nos dejaron pagar.
Terminamos el día luego de cenar, en la pensión desde donde estoy escribiendo. Fue un día largo, algo duro, pero con el fiel de la balanza inclinado hacia lo positivo. Mañana pasearemos por la ciudad y tendré el placer de escribir para ustedes nuevamente.
Valencia, 24/02/2016 a las 12:28 hs.
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