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No puedo dormir y me cansé de usar la computadora. Necesitaba hacer algo de tiempo. Después de todo, en poco más de una hora tengo que ir a hacer una pequeña labor.

Pensando en qué podía hacer, mi mente me llevó al tiempo en que escribía mis emociones, ideas, opiniones, disparates y cuentos sobre cualquier hoja que tuviera a mano. Con lapiz negro si no tenía birome*, incluso creo recordar que alguna vez usé un lapiz de color. Pero la vida es un avance constante, la tecnología nos trae novedades todo el tiempo… Y un día apareció Windows y luego con él, Word. Y todo cambió. Se acabaron las tachaduras, las letras ilegibles y los horrores de ortografía. Los textos tenían un formato prolijo y no debiamos preocuparnos ya en esforzarnos para que nuestros renglones no parecieran verdaderas olas. Además, un tiempo después aparecieron los blogs y luego las redes sociales ¡Con lo fácil que es copiar y pegar! ¡Mirá si voy a perder el tiempo copiando todo a mano! Bueno, es lo que haré en esta ocasión. Porque por esas cosas de la nostalgia que se tiñe con algo de romanticismo, estoy escribiendo sobre papel. Hacía tantos años que no lo hacía…

A veces me llegan videos o audios muy nostálgicos del tipo: «te acordás cuando» y una lista de cosas que teñidas con ese romanticismo nostálgico del que hablé antes, parece que fue todo mejor que ahora. Pero es un truco, un mal juego de la memoria que elige recordar sólo lo positivo y que, entre otras cosas, olvida que muchas de esas maravillas dejaron de serlo incluso dentro de nuestra infancia y el por qué.

La tecnología, los nuevos conocimientos, la modernidad no son nuestros enemigos. Nada de eso apareció como ppor arte de magia con el fin de arruinarnos la poética de la vida. Simplemente el ser humano buscó soluciones a problemas que existían. Es cierto que en el camino se generaron nuevos problemas y se encontraron soluciones que ni siquiera sabíamos que nos hacían falta. Pero como dice la sabiduría popular, sólo el que nada hace no comete errores. Aunque podríamos pensar que hacer nada ya es un error, pero ese es tema para otra reflexión.

Tener nostalgia no es algo malo. El tema es quedarnos estancados en ella. Recordar cosas que nos hicieron felices y compartirlas con las nuevas generaciones es bonito. Comparar esas vivencias con las que tiene la infancia ahora creyendo que todo tiempo pasado fue mejor, no lo es. Además es mentira. Esas vivencias te parecen mejor porque son tuyas, y a tus padres y tus abuelos les parecían mejor las de ellos. Tus hijos y nietos disfrutan de su infancia como es ahora. Y puede ser que te cueste entenderlo, pero tu incomprensión no la vuelve peor. En todas las época hubo avances que para la generación anterior eran terribles y también dolores mundiales que lamentar y que nadie quiere que se vuelvan a repetir.

En mi caso particular, me permito tener algo de nostalgia a veces. Pero elijo adaptarme y aprender las nuevas tecnologías que se presentan para simplificarnos la vida. No me peleo con lo nuevo, trato de comprenderlo e incorporarlo. Si doy algunos ejemplos, los más jóvenes que puedan llegar a leer esto se van a reír. Porque para ellos es algo muy natural y opino que está bien que así sea. Pero bueno, a riesgo de burlas acá van algunos: no hago más la cola en la caja de la farmacia, me cobro yo misma en la máquina que hay para eso. Tengo una aplicación con la cual puedo traspasar plata en un tris tras sin tener que llevar efectivo encima. Pido y cancelo turnos por la app de mi prestación médica donde también recibo los resultados de mis análisis. Uso con facilidad las redes sociales… En fin, un montón de cosas más que cuando éramos chicos los de mi generación ni se nos ocurría como posibles. Y tampoco soy tan vieja, eh.

Quizá lo que les ocurre a los eternos nostálgicos, es que les asustan los cambios y no todos tienen la misma facilidad para la adaptación. Puedo llegar a entenderlos. Pero a mí, por favor, no me manden más de esos videos y audios; déjenme vivir el presente. Seamos felices ahora, antes ya pasó. #Amémonos.

«En mi caso particular, me permito tener algo de nostalgia a veces.»

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*Birome es la marca del primer bolígrafo y en Argentina por extensión llamábamos así a todos los bolígrafos.