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Varias personas ya, desde profesionales de la fotografía hasta personas que no tienen la menor idea del tema, me han dicho que tengo mirada fotográfica. La verdad es que me ha pasado mucho, ir caminando por ahí y tener que parar porque veo «fotos» en el camino que no puedo dejar de plasmar con mi cámara. Pero últimamente he observado que hay cosas que van en contra de ello, las preocupaciones y la falta de tiempo.

Cuando hay algo que me preocupa, que ocupa de manera constante y fija mis pensamientos, no veo, funciono en automático. Me ha pasado. Salgo de casa en dirección a mi destino y llego sin saber qué había en el medio, casi sin darme cuenta. Si voy apurada es similar también, puedo cruzarme con alguien conocido incluso, que si no llama mi atención intencionalmente, no me enteraré que está allí.

Mi marido pinta al óleo y he notado algo similar en él. Cuando su mente está muy ocupada por alguna preocupación, no pinta. Diferente es cuando decide que tiene que dejar la preocupación de lado y relajarse. Pero hace falta esa decisión previa, el arte y las preocupaciones no pueden convivir.

Hoy reflexionaba sobre eso mientras notaba que caminaba por la calle sin mirar. Decidí parar. Los temas que me preocupan no se van a resolver por tenerlos en mi mente de manera constante y por cierto, no es cuando voy caminando por otro motivo que podré encontrarles solución. Cuando tomé consciencia de eso, es como si hubiera vuelto a ver.

Quizá sea lo principal que alguien que quiera dedicarse al arte debe tener en cuenta: SI QUIERE SER ARTISTA, NO SE PREOCUPE, OCÚPESE.

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