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No siempre el miedo desemboca en discriminación. Eso sucede cuando el temor está relacionado con un grupo o comunidad que por desconocimiento y sin base alguna, provoca tanto pavor que se transforma en odio irracional. En ese caso sí, el temor está unido a la discriminación. Ha pasado mucho con la comunidad judía en distintos países. Incluso en ciudades y/o países donde la presencia judía era nula o minoritaria. Gente que nunca había visto un judío en su vida y los odiaba igual, supongo yo que por las dudas…

Pero a veces, el temor va de la mano del instinto de supervivencia. No se trata de odio, sólo de resquemor, de duda, de desasosiego. Cuando empezaron los acuchillamientos en Jerusalem, me pasó mirar de reojo a unas musulmanas que compraban junto a mí en el supermercado, trataba todo el tiempo de no darles la espalda. Algo que nunca me había pasado antes y que es contrario a mi manera de ser. Me llegué a sentir culpable de haberlo hecho, pero luego razonando me di cuenta que era un miedo racional. No las maltraté, no intenté que las echaran del supermercado, no las insulté ni les di vuelta la cara. Incluso cuando una de ellas se me acercó a preguntarme algo, le respondí con amabilidad y una sonrisa. Ella me devolvió la sonrisa y creo que vio en mis ojos el temor. Pero no reaccionó mal en absoluto, al contrario.

Veo estos días en la televisión española mucho debate sobre el tema. Hablan de evitar que los ataques perpetrados por terroristas en Barcelona se transformen en discriminación hacia la comunidad musulmana. Los musulmanes a su vez se manifestaron en contra de los ataques bajo el lema #NO EN MI NOMBRE. Lo cual me parece muy bien. Se ha entrevistado a algunos de ellos que se quejan de que los discriminan o que la gente les dice que no están integrados a la sociedad por llevar velo y seguir tradiciones de su cultura. Y ahí lamento contradecirlos. No se trata de discriminación, es miedo. 

Es cierto, no todos los musulmanes son terroristas y eso debe quedar bien en claro en esta nota. Lamentablemente, hoy por hoy, la mayoría de los terroristas son musulmanes. El problema es que ambos, pacíficos y criminales conviven en medio de la sociedad sin dar señal alguna. Quizá el vecino de algún ciudadano sea terrorista y éste no lo sabe. Y sí, es verdad que eso puede pasar con cualquier delincuente. El problema es que la mayoría de los delincuentes tienen un objetivo específico y es una minoría la que atacan. Los terroristas tratan de hacer el mayor daño posible a la mayor cantidad de gente posible.

Hoy, en la noticias españolas, escuchaba que en las bombas que estaban preparando en las bombonas de butano habían clavos, con el objetivo que al estallar funcionaran como metralletas e hicieran el mayor daño posible. Y aunque personalmente las noticias de la TVE las suelo tomar con pinzas porque sé lo manipuladores y mentirosos que son, la verdad es que basada en la experiencia, ésto debo creerlo. Durante la guerra del 2006, los misiles lanzados por el grupo terrorista Hizbolla tenían en su interior perdigones. La intención era la misma que la de los dichos clavos en España. He visto con dolor las marcas en las calles de Nahariya, mi ciudad. 

Por lo antedicho es natural que el miedo a tener de vecino a un posible terrorista sea mayor que el de tener un criminal común. Ese miedo hace que la gente tome distancia, mire con recelo, desconfíe y se cuide más del trato con la comunidad musulmana. Pero les tengo una noticia, eso no durará para siempre. Este temor está unido a lo reciente de los atentados. A medida que la gente vaya retomando su vida normal y el mismo se vuelva sólo un recuerdo doloroso, la gente volverá a la convivencia normal con su vecino musulmán. Y ésto también lo digo desde la experiencia. Después de lo que conté que me pasó en el supermercado, y de haber estado unos días así de cuidadosa, poco a poco me fui calmando. La comunidad musulmana aumentó en mi ciudad, mi miedo no.

Seamos sensatos y no magnifiquemos las cosas. El temor, incluso el pánico luego de lo vivido es normal y hasta sano. Como dije antes, se trata ni más ni menos que de instinto de supervivencia. Pero no podemos por ello ahora acusar a la gente de discriminadora, xenófoba, racista ni nada que se le parezca. Démosle tiempo al tiempo. Poco a poco todo va a ir acomodándose. Y roguemos entre todos, sin distinciones de credos, culturas, colores ni nacionalidades, por una pronta paz en el mundo.

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-Foto tomada a principios del 2016 paseando por la Rambla de Barcelona, España.-

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